En el último número de Provida Press, la revista quincenal del Observatorio de Bioética, hay una noticia muy esperanzadora.
Las parejas afectadas por el VIH podrían concebir un hijo sano por fecundación natural. Cuando se describió en 1980 la existencia de personas infectadas
por el virus de la inmunodeficiencia humana (infección por VIH), se
pensó que ello podría afectar directamente a las posibilidades de
concebir un niño de las personas infectadas.
Sin embargo, con los
avances terapéuticos que se han ido poniendo a punto, el panorama ha ido
cambiando drásticamente. La primera consecuencia es que apenas existe
ya la posibilidad de que una mujer embarazada e infectada por el VIH
pueda contagiar a su hijo. Es decir, prácticamente se ha resuelto la
denominada transmisión vertical del VIH de madre a hijo.
Lo más importante es que ahora prácticamente se puede asegurar que los
infectados por el VIH, adecuadamente tratados, no trasmitirán la
infección a sus hijos, tanto cuando utilicen la procreación asistida,
como si recurren a la fecundación natural (Human Reproduction 31;
18-925, 2016). Esta última posibilidad nos parece de gran relevancia ética.