La regulación de las bajas laborales a mujeres con regla dolorosa ha vuelto a traer a la palestra a los cansinos que insisten en que la gente se coge bajas por gusto, para ahorrarse el ir a trabajar. A los idiotas que (hombres, en su gran mayoría) que hablan de injusticia o de doble rasero, y a los gilipollas que exponen, orgullosos, que ellos no se han cogido una baja laboral nunca; ni en medio de horribles dolores y sufrimientos que harían palidecer a los de Jesucristo durante su ascenso al calvario. De la necesidad real de la medida adoptada no cabe demasiada discusión, en realidad. Los dolores menstruales pueden llegar a ser incapacitantes, impiden realizar cualquier trabajo con la tranquilidad y la concentración necesaria y suelen pasarse por alto o minusvalorarse por muchísimos médicos. Ya era hora que las mujeres vieran reconocido un derecho que a ningún hombre se le niega; porque cuando un hombre acude a una consulta por grandes dolores, de la naturaleza que sea, casi ningún médico dudaría en concederle una baja médica. Pero se supone que la mujer tener esos dolores cada mes, por lo que debe aguantarse. Pues miren, no.
Esta medida, además, es una más de las que están convirtiendo al ministerio de Irene Montero en uno de los mejores ministerios de este gobierno de coalición con tantas sombras como luces (si no el que más): la Ley trans, que pretende dotar de mayores derechos a las personas de un colectivo discriminado, criminalizado, objeto de odios, violencias y olvido, tanto gubernamental como médico; la igualdad en los permisos de paternidad y maternidad, la ley sobre el aborto, los permisos preparto, las bajas para mujeres con menstruaciones dolorosas... todo ello en medio de odios, bulos y unos ataques furibundos y desproporcionados. Haciendo política para mejorar la vida de la gente.
La misma gente que, cuando ve las medidas adoptadas, actúa como si fuesen a heredar la empresa y hablan de que las mujeres van a tener el chollo (sic) de tener un par o tres de días de baja al mes. Suele ser la misma gente que alardea de no haberse pedido jamás una baja médica como si eso fuese algo de lo que presumir. Pues miren, no. Y quien les escribe lo sabe, porque era así de gilipollas. Lo más importante que tenemos no es el trabajo sino nuestra salud. Eso es lo que debemos cuidar por encima de cualquier otra cosa. Ni las cuentas de resultados de una empresa ni nuestra cuenta corriente importa más que nuestra salud, al fin y al cabo, por mucho que te esfuerces, no vas a heredar la empresa en la que inviertes tu tiempo y tu salud a cambio de un salario seguramente insuficiente; y nuestros esfuerzos deberían ir en el sentido de mejorar las condiciones de vida de todas para que nuestra salud no dependa de nuestro bolsillo. Eso conlleva más y mejores servicios públicos y más y mejores leyes y medidas para proteger nuestra salud y nuestros derechos laborales. Como las que están llevando a cabo el Ministerio de Igualdad o el de Trabajo. Ojalá más ministras como Irene Montero o Yolanda Díaz.