Revista Religión

No vino a condenar

Por Frabreum @FRABREUM

No vino a condenarConocer que Jesús vino asalvar al mundo, no a condenarlo, debería ser motivo para correr a él. Pero niaun conociendo de memoria el mundo lo que dice Juan 3:16, les ha llevado acreer esa palabra.
Hace poco estuve realizandouna tesis como parte de mis estudios, y el tema seleccionado fue el abusoespiritual. Es lo que ocurre cuando líderes religiosos incurren en abuso depoder utilizando como base las escrituras para sacar algún provecho. Descubríen el proceso de investigación, que las mismas características que se dandentro de lo que los estudiosos han llamado abuso espiritual, son las mismasque se manifiestan, por ejemplo, en el campo laboral cuando ocurre el acosomoral.
Dirán algunos, que irónicoes que este cristiano esté hablando de tal tema. Pero es que no todo lo quebrilla es oro como dice el refrán. Yo no tengo por qué tener miedo de denunciarlo que está mal en la iglesia, porque el mismo Jesús acusó y señaló lo queestaba mal.
Él mismo sacó a losmercaderes del templo porque el hecho de que estuvieran todo el día en eltemplo no los hacía santos ni cristianos. Eran farsantes y como tal Jesús lossacó.
Algunos fanáticosreligiosos me podrán acusar de que al exponer las fallas que se dan en laiglesia, le estoy dando alas a los ateos para criticar la iglesia. Lo cierto esque independientemente de lo que yo diga, no tienen excusa delante de Dios. Acada cual Dios le dio entendimiento como para saber hacer un análisis y separarel grano de la paja. Con esto me refiero a que hay gente no creyente que basasu aversión por la iglesia, en lo que tal o cual cristiano le haya hecho en elpasado.
Si por eso fuera,tendríamos que vivir enemistados con casi todo ámbito en el que nosdesenvolvemos; en la familia, en el trabajo, la escuela, las organizaciones, elvecindario. En casi cada área de nuestra vida alguien nos ha lastimado, y nopor eso vamos a dejar de vivir ni de confiar en otras personas. Tendríamos queencerrarnos en una burbuja y eso es imposible.
Simplemente seguimoscaminando y nos relacionamos con aquellos que nos amen, nos aprecien y nosedifiquen.
La experiencia que puedahaber vivido cada cual no es excusa para darle la espalda a Dios, porque loprimero que debe distinguir una persona cuando es herida o lastimada, inclusodentro de la iglesia, es que lo que me hizo fulano no es culpa niresponsabilidad de Dios. Además, debe comprender que lo que me hizo estehermano, no es culpa del resto de la iglesia.
Debo entender que del mismomodo que yo he ofendido, otros pueden ofenderme. Y no por eso nos debemosalejar de Dios. Al contrario, deberíamos afirmarnos en él, reconociendo que esel único que nunca falla.
Los que acostumbran aecharle la culpa a Dios o a la iglesia de todos sus infortunios, aun después de10 y 20 años en ella, me demuestran su inmadurez.
Como niños pequeños seenchisman y dicen, me voy, jamás volveré a la iglesia. Hace un par de añossufrí una experiencia de dolor en una congregación que recién se levantaba. Esla primera vez que hablo esto públicamente. No entraré en detalles porque noviene al caso.
Lo único que mencionaré esque fue una experiencia de dolor porque los que se hacían llamar hermanos en lafe y amigos, dejaron de hablarme, de llamarme y buscarme, aun cuando fueronpersonas que tuvieron las puertas de mi casa siempre abiertas y los recibíaregularmente.
Pero el desprecio de ellos,por hablar unas verdades, nunca me hizo dudar de Dios. Él no es así. Cómo podíayo caer en semejante error de condenar a la iglesia por lo que hicieron unospocos. Si lo que yo aprendí en la Biblia dice todo lo contrario a como ellosactuaron, entonces por qué voy a echarle la culpa a la iglesia, en lugar dediscernir que son ellos los que estaban errados.
Al contrario, lo que hicefue convencerme de que en esas personas todavía Cristo no había nacido, porqueindistintamente de la razones y los problemas, el verdadero cristiano ama entoda situación, y no da la espalda. La Palabra enseña que si te crees másespiritual que tu hermano, entonces lo corriges en amor. No que le das laespalda.
Pero más que contarles esaexperiencia, lo que quiero es hacerles ver que siempre estuve claro que lo queme hicieron, jamás me hizo dudar del amor de Dios hacia mí y mi familia. Desdela primera semana de abandonar aquel lugar, nunca dejé de congregarme y elSeñor mostró su amor llevándome a lugares donde se predica sana doctrina, conlíderes sanos y preparados para amar, ayudar a sanar y restaurar. No quecondenen ni que hagan acepción de personas.
En todo el proceso aprendíque la Iglesia, como institución, es igual a cualquier otra en la sociedad.Está compuesta por seres humanos y por lo tanto también hay imperfección. ¿Queusualmente esperamos otra cosa por tratarse de la Iglesia? Pues sí. Pero sigueestando compuesta por seres humanos que fallan igual que yo. Como humanossiempre queremos pedir cuentas cuando alguien nos falla y pretendemos que seanperfectos. Pero no estamos dispuestos a hacer lo mismo cuando somos los quefallamos. Hay quien critica a la iglesia por lo que le hicieron en el pasado,pero no evalúa su propia vida.
Yo opté por perdonar yseguir adelante. Costó lágrimas. Costó la soledad que sentí muchas veces. Peroen el proceso la experiencia sirvió para aprender a separar lo falso ydescubrir lo verdadero. Sirvió para aprender que primero seguimos a Jesús, no alos hombres y mujeres.
Ciertamente Dios siempreusará a hombres y mujeres para presentarles a sus semejantes el amor y elperdón del Padre. Para mostrarles la obra de Jesús. Y aprendí que, obviamentehay líderes genuinos guiados por Dios, que dan buen testimonio de lo que es sercristiano. A esos podemos imitar como dice la Palabra, y podemos conocer si songenuinos cuando no tuercen la Palabra y además, no se hacen ver como perfectos,sino como seres humanos.
Por Antolín Maldonado
Fuentes: El Nuevo Dia

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