Revista Diario
Cuando te vayas una semana o dos de viaje por trabajo, le encargues que se ocupe de peinar al gato y a tu regreso te encuentres a tu preciosa mascota con rastas, ¿qué no harás?: como el título te ya te lo ha anticipado, ¡NO vituperarás!
Recordarás: si vuelves de tu viaje laboral y tu felino todavía no se convirtió en anoréxico (y no porque se vio gordo y quiso hacer dieta, sino porque no tuvo qué comer ya que tu príncipe se olvidó de alimentarlo), te será suficiente.