Así titulaba en Público David Torres hace dos días. Y así continuaba: “Este domingo la participación ha bajado bastantes puntos respecto de las últimas elecciones europeas. Se conoce que a la gente le fastidia ir a votar por las razones que sea, a lo mejor porque consideran que lo de Europa se la trae al fresco, a lo mejor porque tenían cosas más importantes que hacer: poner la lavadora, tumbarse a la bartola, rascarse los sobacos. Si llueve y caen chuzos de punta, se echa de inmediato la culpa al mal tiempo, como si el electorado fuese a derretirse o a encoger con la lluvia. Si, por el contrario, hace sol, la culpa es del buen tiempo, que obliga a la gente a coger el coche e irse a la playa. Mucho especular y comprobar estadísticas, pero al final quien manda es el termómetro.
“Es posible que la gente no haya estudiado los programas de los distintos partidos políticos o que ni siquiera haya visto un debate de esos en que los candidatos se enzarzan y empiezan a tirarse cifras a la cabeza. Una lástima, porque, entre otras muchas cosas, lo que nos jugábamos en estos comicios es una guerra. Excepto Podemos -cuya candidata, Irene Montero, se ha situado firmemente en las antípodas de una conflagración continental-, el resto de partidos oscila entre el discurso belicista de Vox y el lavado de manos a lo Poncio Pilatos preconizado por Sumar. No había más que oír a Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad: ‘Todo el mundo prefiere, y yo también, gastar el dinero en mantequilla y no en cañones. Pero, a veces, si no tienes cañones, te quedas sin mantequilla’.
“La frase es uno de esos koan zen sin vuelta de hoja, más que nada porque, en el momento en que le das la vuelta a la hoja, te encuentras con que es una variación de la misma frase con que Goebbels defendió el rearme alemán en 1936: ‘Si es necesario, alguna vez, podremos arreglárnoslas sin mantequilla, pero no sin cañones’. Es curioso, porque Borrell podría haber puesto de ejemplo la carne de ternera, el atún de almadraba, los pimientos de Padrón o el aceite de oliva, que últimamente está por las nubes. Pero qué va: Borrell ha elegido la mantequilla para darle un toque nazi a la comparación. No olvidemos que Borrell es el mismo tipo aceitoso y mantecoso que un día se puso a explicar que en Europa no nos hace falta construir un muro en el Sahara al estilo Trump para frenar la inmigración ilegal: por suerte, en Europa contamos con el Mediterráneo, que frena a los inmigrantes que hagan falta. Con socialistas de mantequilla así, ya me dirás tú quién necesita nazis.
“Visto lo visto -concluíba David Torres-, se entiende que un buen porrón de gente se haya decantado por los nazis de toda la vida, la tropa xenófoba, machista, homófoba y clasista que habla de la invasión islámica de Europa y de que hay que defender los valores cristianos de nuestra civilización, mayormente la limpieza de sangre y los autos de fe. Entre el original y la copia, mejor quedarse con el original. En Austria, patria de Hitler, la extrema derecha ha ganado las elecciones, mientras que en Alemania y en Países Bajos se sitúa en la segunda posición. Que nadie se llame a engaño, porque esta gente ha dicho hasta la exasperación, por activa y por pasiva, que no cree en Europa y que ellos van a lo suyo. Imagínate. Pero tú tranquilo, que la guerra no va contigo ni va a llamar a la puerta de tu casa. Verás qué risa el día en que te enteres de que no hay mantequilla y de que eres carne de cañón”.