No, y tres veces no. “94 participantes, abstenciones 0, nulos 0, 48 votos para Estambul. Madrid, eliminada“. Otra vez Madrid se queda fuera de la carrera olímpica tras el doloroso varapalo de ver cómo Estambul y Tokio se la jugaban a una carta, con victoria definitiva para el país nipón, al que obviamente felicito de corazón. Y creo que después de digerir esta decisión es quizá el momento de sacar algunas conclusiones.
Fuimos la mejor candidatura. Es un hecho indubitado: la mejor presentación y la mejor nota técnica. Por desgracia, es bien sabido que no son conditio sine qua non para albergar unos juegos olímpicos. Y ojo, no lo digo en tono quejica. Por ejemplo, Río de Janeiro partía con las peores calificaciones de las ciudades finalistas en la elección de la sede de 2016. Ahora se han hecho las cosas bien, otras quizá menos. Juan Antonio Samaranch Salisachs, hijo del ex presidente del COI, realizó una buena intervención (en inglés), lo mismo que el Príncipe Felipe que, en tres idiomas (español, inglés y francés) dio un toque emotivo a la presentación influenciado por su histórica involucración en el movimiento olímpico. Por desgracia, no ayudó el mal inglés de Alejandro Blanco y Ana Botella, y mucho menos la intervención en castellano de Mariano Rajoy. No es un problema político sino de imagen y saber transmitir. A pesar de ello, creo sinceramente que fue bien. Como viene siendo habitual, dejamos claro que nuestros deportistas y otros artistas y personalidades públicas van a muerte con la candidatura. Bien Pau Gasol, bien Mireia Belmonte (que no podía contener las lágrimas posteriormente), bien Patricia García, bien Carlota Castrejana y bien a un largo etc. Estaban allí y transmitieron gran positivismo.
Pero no todo eran buenas nuevas. Por ejemplo, lo de siempre: el dopaje. La Operación Puerto sigue siendo más molesta que un dolor de muelas (y en cierto modo, bien merecida). La desregulación previa y la blandita Sentencia frente a Eufemiano Fuentes lo dicen todo. El propio Alejandro Blanco manifestó incómodamente en su momento el efecto negativo que eso provocaría en la candidatura. Y no se equivocaba. Llegó el turno de preguntas del COI y no tardó en aparecer la tan temida palabra, dejando incluso de lado a la “crisis”. Lo dicho, un sambenito complicado.
Un juego político
Lo siento, no soy de echar balones fuera o parecer que pongo excusas pero, como publica El País entre otros medios, “los juegos olímpicos son un juego político al que no sabemos jugar”. Es una triste realidad. El COI es un órgano plenamente consciente de su poder mediático, sabe que lo que mueve no son atletas, nadadores, ciclistas, futbolistas etc. sino un enorme complejo macroeconómico que levanta grandes estructuras, cierra acuerdos multimillonarios y lava la cara de las ciudades, incluso los países, involucrados a veces hasta límites insospechados. Nadie quería verlo y apenas se ha comentado en los medios de comunicación pero… se avecina guerra en el Comité Olímpico Internacional, guerra de despachos. La plaza de Jacques Rogge como presidente del organismo busca nuevo dueño y una cosa está clara: hay dos favoritos, el mítico saltador de pértiga Sergey Bubka y el alemás Thomas Bach. Y entre ellos flota una idea fundamental: quieren juegos olímpicos en Europa para 2024, el primero se alinea con París, el segundo con Berlín. De ser así, la tan comentada rotación de continentes supondría tener que “evitar” que una ciudad europea (Madrid, Estambul…) se quedase con los de 2020. Desde luego, a efectos prácticos así ha sido.
Y estas cosas pasan factura. Se dijo que teníamos apalabrados 56 votos a favor. Hemos recibido 26… Si hacemos retrospectiva, cuando salió elegido Río de Janeiro 2016, en primera ronda recibimos 28 votos por 26 de los brasileños. Cuando llegamos a la votación final, Río obtuvo ¡66! por 32 de Madrid. Y si echamos la vista más atrás, en la elección de 2012 nunca obtuvimos más de 32 votos. Así es imposible optar a unos juegos. Con una cuarta parte de fieles votadores, cuando ha sido momento de mojarse de verdad, los votos nunca han llegado a manos madrileñas (los votos entonces de Nueva York, eliminada, pasaron a Londres, y dejaron fuera a Madrid…)
Es difícil. Madrid nunca ha contado con el apoyo de los socios europeos. Sé que lo sabían ya en la delegación, estoy seguro, pero evidentemente había que seguir adelante. Se dice ahora que el COI es oscuro, incomprensible… Y lo es, y no por la pataleta que tenemos en las horas posteriores a esta decepción que nos lleva a llenarnos la boca de pensamientos que jamás habríamos pronunciado de haber ganado, sino porque funciona así, porque es un órgano de mucho poder. Y se cuenta que Bach, favorito en las apuestas, prefería Tokio…
Perdonad si en todo esto me dejo algunas ideas muy debatidas últimamente como la idoneidad económica de Madrid 2020 en estos tiempos de crisis, o el momento complicado del Gobierno, pero no puedo alargar el debate e introducir demasiadas ideas porque, como ya he defendido, la verdadera derrota se encuentra en los despachos de la sede del Comité Olímpico Internacional por guerras que trascienden nuestros problemas internos (aunque no descarto su influencia).
Una lástima. Citius, altius, fortius
DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ