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“NO Y YO” de Delphine De Vigan

Publicado el 15 mayo 2022 por Marianleemaslibros
“NO Y YO” de Delphine De Vigan
No vive en la calle pero no le gusta que se lo digan, hay palabras que no quiere escuchar, voy con cuidado, porque si se enfada ya no vuelve a abrir la boca, se muerde los labios y mira al suelo. No le gustan los adultos, no confía en ellos.
Bebe cerveza, se come las uñas, arrastra tras ella una maleta con ruedas que contiene toda su vida, fuma los cigarrillos que le dan, tabaco de liar cuando puede comprárselo, cierra los ojos para evadirse del mundo. Duerme aquí y allá, va de un lado a otro, en función de lo que se encuentra.

“NO Y YO” de Delphine De Vigan
Repito con la autora y seguiré repitiendo, lo tengo claro. Tengo claro que Delphine de Vigan ya se ha quedado conmigo para siempre, por siempre, pegadita a mí (ya está en el lateral del blog, en el gadget de "Autores favoritos"). Porque, si las dos novelas suyas que había leído ya me gustaron mucho, pues esta. . ., se sale, lo supera todo. De verdad, es fascinante. 
“No y yo” fue escrita en 2007, traducida al español y publicada en España en 2009. Pero yo he leído una reedición bastante reciente, la de 2021 de Anagrama. La obra ganó en su día varios Premios, entre ellos el Rotary International (2009), y el Prix des libraires y en 2010, se realizó una adaptación cinematográfica dirigida por Zabou Breitman, que me gustaría ver, pero que solo he encontrado en versión original sin subtítulos.
La trama a grandes rasgos sin spoilerLou Bertignac es una adolescente de trece años tímida, callada, superdotada, con una inteligencia superior al resto y una madurez que sobrepasa lo que debería corresponder a sus 13 años, cuestionándoselo todo y haciéndose continuas preguntas sobre el mundo que la rodea. 
Lo grabo todo, el menor de los suspiros, no sé cómo lo hago, desde muy pequeña puedo hacer eso, las palabras se imprimen en mi cabeza como en una cinta magnética, quedan almacenadas durante varios días, borro a medida para evitar el rebosamiento. 

En el colegio, va dos cursos adelantada, todos son mayores que ella. Se ve a sí misma pequeñita, con piernas pequeñas, brazos pequeños, manos pequeñas, una cosita de nada. Los demás la ven bastante friki, asocial, muda, y la más lista. En su casa las cosas tampoco son nada fáciles, su madre tiene depresión desde que murió su hermanita pequeña, Thaïs, y hace años que no sale de casa y que no le demuestra ningún tipo de afecto, digamos que la ignora bastante. Su padre llora a escondidas en el cuarto de baño y disculpa a su esposa como puede con el pretexto de que está muy enferma e intenta suplir esa falta de cariño volcándose en Lou. 
Mi madre se puso enferma. La vimos alejarse, poco a poco, sin poder retenerla, tendimos la mano sin poder tocarla, gritamos sin que ella pareciese oírnos. Ya no hablaba, no se levantaba, se quedaba en la cama todo el día, o en el gran sofá del salón, dormitando delante de la tele. No comía con nosotros.

Lou va a menudo a la estación de Austerlitz a ver llegar los trenes y a observar a la gente que viene y va. Un día se le acerca y la aborda una indigente que siempre lleva a cuestas una maletita con ruedas y dos bolsas de plástico llenas a reventar. Se presentan, charlan un rato y curiosamente, Lou, a la que le cuesta mucho relacionarse con la gente, se siente muy bien a su lado, comprendida, aceptada cuando está con Nolwenn, que así se llama la susodicha, No para los amigos. Y esto resulta ser algo recíproco.
Toda mi vida me he sentido siempre fuera, allí donde estuviese, fuera de la imagen, de la conversación, desfasada, como si fuese la única que oyera ruidos o mensajes que los demás no perciben, y sorda a las palabras que parecen entender, como si estuviese fuera del encuadre, del otro lado de un cristal inmenso e invisible.Y sin embargo ayer estaba allí, con ella, hubiera podido dibujarse un círculo en torno a nosotras, un círculo del que yo no estaba excluida, un círculo que nos envolvía y que, durante algunos minutos, nos protegía del mundo.

Por eso, cuando el profesor de su instituto les propone realizar un trabajo de contenido social, y exponerlo en clase, decide hacer un retrato del itinerario de esa “sin techo”, averiguar y escribir sobre cómo es su vida en la calle, conseguir que le cuente su historia. No acepta a ser entrevistada cada día a cambio de un plato de comida caliente o unas cervezas, y comienzan las conversaciones en un café cercano a la Estación, le va narrando retazos de su vida, de cómo una chica de dieciocho años ha podido llegar a la situación en la que se encuentraactualmente, cómo es no tener qué comer ni donde dormir cada día y le habla de su madre que la abandonó y nunca ha querido ni quiere saber nada de ella.
¿Cómo puede uno encontrarse con dieciocho años en la calle, sin nada, sin nadie? ¿Somos tan insignificantes, tan infinitamente pequeños, que el mundo continúa dando vueltas, infinitamente grande, y le trae completamente sin cuidado saber dónde dormimos? Esas son las preguntas a las que quería encontrar respuesta.

Poco a poco va surgiendo entre ellas una conexión tan curiosa como especial, e incluso llega un momento en el que Lou se plantea ayudarla, llevársela a casa, ofrecerle un techo, un hogar, la vida que no tiene y en contra de todo pronóstico, sus padres no se niegan, aceptan. 
Mi cuaderno está lleno, he hecho más y más búsquedas en Internet, he analizado cifras, estadísticas, tendencias, pero nada de eso tiene sentido, nada de eso es comprensible, ni siquiera con el mayor coeficiente de inteligencia del mundo, aquí estoy, el corazón destrozado, sin voz, frente a ella, no tengo respuesta, estoy aquí paralizada, cuando bastaría con cogerla de la mano y decirle ven a mi casa.

A pesar de la diferencia de edad, las dos amigas se vuelven inseparables, casi como hermanas, piensan que van a estar siempre juntas, unidas para toda la vida. Pero a veces las cosas no son así de simples, ni tan sencillas.
Lo cierto es que las cosas son como son. La realidad se impone siempre y la ilusión se aleja sin que uno se dé cuenta. La realidad tiene siempre la última palabra. El señor Marín tiene razón, no hay que soñar. No hay que esperar cambiar el mundo porque el mundo es mucho más fuerte que nosotros. No entiendo la ecuación del mundo, la división del sueño y la realidad, no entiendo por qué las cosas basculan, se invierten, desaparecen, por qué la vida no cumple sus promesas.

Y hasta aquí puedo contar. . .
  Los puntos fuertes de la novela
Las dos protagonistas de la historia, ambos personajes lo abarcan todo, son geniales. Ambas inadaptadas por distintos motivos: Lou no termina de encajar entre los suyos por su nivel de inteligencia superior y sus rarezas, y No, siempre ha sido rechazada por todos, ha crecido sin afecto, y ha terminado viviendo en la calle, privada de todo lo que suelen tener las chicas de su edad.  
Pensé en los efectos secundarios de la vida, aquellos que no se indican enningún prospecto, en ningún manual de instrucciones. Pensé que también allí estaba laviolencia, pensé que la violencia estaba en todas partes.

Hay también algunos personajes secundarios muy interesantes, como los padres de Lou, sobre todo la madre psicológicamente inestable que no sabe expresar amor por la hija que le queda. Y Lucas, el chico de la clase que le gusta a Lou y que conoce también a No, y no duda en ayudarla cuando esta lo necesita. Los tres disfrutan estando juntos, los tres nos brindan momentos entrañables de camaradería. 
Ambas protagonistas, también Lucas, tienen madres incapaces, ese tipo de madres que te llevan a preguntarte por qué narices habrán tenido hijos, si ni saben ni están por la labor de hacer su papel, de ocuparse de ellos, de cubrir sus necesidades materiales y afectivas.  
¿Crees que hay padres que no quieren a sus hijos? A menudo lamento que no se puedan borrar las palabras en el aire, como sobre un papel, que no exista un bolígrafo especial que agitemos sobre nosotros para volver a guardar las palabras torpes antes de que puedan ser oídas.

Lou, como corresponde a su edad, es bastante ingenua, con buen corazón e inocente y no entiende porqué todo el mundo hace la vista gorda respecto a los “sin techo”, tanto pasotismo no le entra en la cabeza. No le entra en la cabeza que la visión de un perro abandonado suscite lástima y te lo puedas llevar a casa y que ante una persona que está durmiendo tirada en la calle, la gente gire la cabeza y mire hacia otro lado.
Antes de conocer a No, creía que la violencia estaba en los gritos, en los golpes, la guerra y la sangre. Ahora sé que la violencia también está en el silencio, que a veces es invisible a simple vista. (…) La violencia es aquello que se nos escapa, que calla, que no se muestra, la violencia es aquello para lo que no hay explicación, eso que permanecerá oculto para siempre.

Respecto a eso, me he sentido muy identificada con ella. ¿Cuántas veces me habré preguntado y me pregunto por qué no se hace nada, porque no se ayuda más a los indigentes? Inevitablemente la novela te hace reflexionar sobre ello.
Me ha fascinado la relación entre No y Lou, tan auténtica, tan pura. Me ha encantado asistir en la ficción a cómo dos chicas con vidas tan distintas y tan pocas cosas en común, se pueden llegan a querer tanto, a comprenderse tanto, a estar bien juntas, a aceptarse tal y como son sin echarse nada en cara.
Me mira con aire divertido, no parece encontrarme rara, nada parece extrañarle, con ella puedo expresar mis pensamientos, incluso si se mezclan o se confunden, puedo expresar el desorden que hay en mi cabeza, puedo decir "y eso" sin que me lo reproche, porque entiende lo que quiere decir, estoy segura, porque sabe que "y eso" significa todas las cosas que podría añadir pero que condenamos al silencio, por pereza, por falta de tiempo o simplemente porque eso no se dice.

● Mira que me resulta complicado encontrar tramas poco convencionales, que te cuenten cosas fuera de lo común, que no sea lo de siempre, creo que ando en busca y captura permanente de ellas, porque lo de siempre me aburre. La trama de “No y yo” me ha resultado fascinante, distinta, desde el comienzo. La idea de una adolescente que conoce a una chica-mendiga y que se hagan amigas inseparables, tanto que incluso pretenda meterla en su casa, contado en todo momento con cierto humor para sacarte una sonrisa, me ha conquistado por completo.
Pero no funciona. Simplemente no es posible. Resulta inconcebible. Es como intentar representar un gusano en medio de la Feria Internacional de las Libélulas.

La prosa de esta mujer es hermosa, brillante, subyugante, te atrapa entre sus garras, te envuelve en sus tentáculos. Me gusta mucho como escribe. 
Ahora sé de una vez por todas que no se pueden borrar las imágenes, ni menos aún las grietas invisibles que surgen en el fondo del vientre, que no se borran ni las evocaciones ni los recuerdos que despiertan cuando cae la noche o por la mañana temprano, que no se borra el eco de los gritos y aún menos el del silencio.

Resumiendo: “No y yo” es una novela perturbadora que aborda la triste y actual realidad del problema de la pobreza, de la indigencia que asola muchas ciudades del mundo, a través de los ojos de una chica de trece años, con sus dudas y sentimientos propios de la edad. Una novela con un lado tierno, pero a ratos dura, que se lee rápido porque engancha, y que te deja en el aire, suspendida, la misma pregunta que se hace la protagonista:
¿Somos cosas tan pequeñas, tan infinitamente pequeñas, que no podemos hacer nada?.

Espero haber sido capaz de transmitir mi entusiasmo, todo lo que he disfrutado con esta lectura que me ha emocionado y conmocionado a la vez, sobre todo al final. No os la perdáis, en serio, es magnífico sentir, aunque sea en la ficción, que aún queda gente que sueña e intenta cambiar el mundo, creo que todos los que son incapaces de sentir empatía hacia aquellos que lo están pasando mal, deberían leerla, merece mucho la pena. Mi nota esta vez es la máxima:
“NO Y YO” de Delphine De Vigan

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