Carmen tuvo un amor verdadero, uno que fue el primero, uno que creyó el último y que fue el postrero y definitivo..En los albores de la inocente juventud conoció a un hombre bello que la enamoró con el aliento de sus labios y el viento de un mirar verde oscuro, a la orilla del río, a la orilla del mundo, a las afueras del universo donde nada más se oye, ni los recuerdos, ni los murmullos, ni las razones...
Era un caballero desconocido del mundo, sólo habló de amor, su pasado era sencillo y su futuro el cristal que un gato negro rompió sobre las páginas del destino..Sólo hubo un testigo, la luna llena, que callada lloraba su pena y fraguaba la negra venganza contra su amor prohibido.
´Mientras los amantes respiraban exhaustos y vencidos el fresco aroma embriagado de los mil perfumes de la madrugada y los mil y uno del amor vertido, el reflejo de la divina luna lamía lascivo la corriente del río, contemplando la escena, redactando con tonos de azul y plata su terrible maldición...En ese instante el muchacho se deshizo lentamente en el aire dejando aterrada y sola a la amante desconcertada que le llamaba incrédula y aterrada en medio de la noche siniestra, que en ese diabólico instante se transmutaba de dulce vergel de amor en aterradora cárcel...Carmen estaba sola, asustada, buscando a su amado, llamándolo..Acababa de verlo desdibujarse en el aire, agarrándose a ella en su lucha por quedarse y sus manos de aire, incapaces de aferrar las suyas en un torbellino de impotencia inexplicable y estéril desesperación.Sola y asustada, corrió a las orillas del río, llamando, buscando, no había más respuesta que sus aguas frías cantando una y otra vez las insistentes notas del murmullo inexorable, volvió sobre sus pasos y allí sólo encontró una lápida en el lugar donde se entregaba hacía unos instantes...Había una inscripción..pero el pánico le impidió leerla...y presa del pánico regresó a casa con el alma confusa y rasgada, y el corazón desintegrado... Al día siguiente regresó a buscar a su amado, sólo halló aquella extraña lápida que rezaba:
Cada día primero,
de cada mes undécimo..Entregarás tu cuerporobarás su almay me entregarás el trofeode la sangre azul raptada.
Porque tengo cautivas su alma y la tuya,y prisionera la del niño que gestas...
Y porque yo fui mujer secuestrada,
y condenada por siempre a amar figuras,
y beber su sangre diluida
en el reflejo del agua.
Si faltas a esta la cita,
padre e hijo yacerán por siemprebajo estas aguas muertas,
y bajo el reflejo estéril y bello
de mi faz de plata severa.
Cada día primero
de cada mes undécimo..venderás tu amor
y matarás por ellos.
Desde entonces cada día primero del mes undécimo, Carmen vuelve a la ribera bajo la luna llena en busca de su amor cautivo, condenada a amar a otros hombres que tras de su ardor languidecen y mueren entregando su alma indefensa, y así proteger de la maldición de la celosa luna al único fruto de su vientre..
Pero aquella noche las niñas eran testigo, y Carmen lo sabía...
Las manos de María aferradas a las de su amiga como garras tiernas, y las de Júlia en la boca amordazándose a sí misma, por miedo a ser descubierta..El pánico paseaba su coorte de tensos temblores y silenciosas quejas..
Carmen, parecía leer algo en la piedra, algo que no entendía o que no podía creer...En ese mismo instante una luz blanquecina emergía de las cercanas aguas del río, y de la superficie, una figura humana entre liquida y vaporosa caminaba sobre la corriente...Las niñas se miraron, y sin pronunciar palabra se dijeron que era el momento de huir, pero ninguna obedeció, estaban paralizadas..
La figura avanzó entre brumas, Carmen se acercó a la orilla para recibirlo, era un espíritu nocturno, el alma presa de un caballero sin rumbo que dirigiéndose a ella pareció encontrar el suyo... Y se abrazaron en un abrazo intenso y casi violento, y así permanecieron, casi inmóviles con los pies enterrados aún en el agua viva...Se besaron amorosamente y tomados de la mano corrieron a la losa para seguir leyendo su extraña e interminable inscripción.
Enseguida sus rostros violentos y atribulados se miraron con repentino gesto de indescriptible y dulce felicidad y amor consumado, de paz conquistada, de remordimientos enjaulados..Abrazados entre sí, amarrados por los cabos de sus almas, caminaron lentamente hacia el río, sobre el río, bajo el río..y allí se sepultaron...La luna jugaba con las nubes a secar sus lágrimas gruesas, una bruma espesa cubrió la noche, las niñas esperaban aferradas a sus miedos el regreso de la macabra pareja...Pero el río era oscuro, la noche queda, la luna se escondía y el silencio una prueba...
-Vamonos..!! dijo Júlia, entre gritando y susurrando al tiempo. María asintió, Salieron de su escondite..
-Espera...!! dijo María.¿qué pone en la piedra??
-¡No, vamonos..!! tengo miedo..!!
-Y yo...pero quiero saberlo...!!
Corrieron de la mano, se agacharon sobre la piedra y leyeron las letras que poco a poco y por arte de la magia negra de la luna blanca se iban labrando:
¡Es justo el tiempo!!
El ciclo se completa..Día primero del mes undécimo,
Carmen se va,
Júlia se queda..