«Si no conocemos que recibimos, no despertamos a amar.
Y es cosa muy cierta que mientras más vemos estamos ricos,
sobre conocer somos pobres, más aprovechamiento nos viene
y aun más verdadera humildad.
Lo demás es acobardar el ánimo
a parecer que no es capaz de grandes bienes,
si en comenzando el Señor a dárselos
comienza él a atemorizarse
con miedo de vanagloria».
Libro de la Vida 10, 4
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