Arizona Baby y Los Coronas, o lo que es lo mismo, Los Corizonas, traían anoche su gira Dos Bandas y Un Destino a Madrid. Fue una noche de rock con sabor a surf, frontera y clásicos, muchos clásicos. Lleno total en Joy Eslava, con un público en el que predominaban los treintañeros pero también había savia nueva para el rock, y más de un nostálgico.
Ambas bandas ya tienen acostumbrados a su público a un sonido único e impecable, marca registrada en cada caso. El desafío era fundir ambos sonidos en algo nuevo y que gustase por igual a los fans de una y otra banda.
Como ya se ha notado, han sabido dar con un punto de encuentro en un repertorio clásico, pero admirablemente escogido y, en la mayoría de los casos, muy bien adaptado. Junto a esto y para acabar de dar forma al show, una selección de los mejores temas de cada Grupo Salvaje, con guiños y versiones cruzadas. Aunque no tenía el cronómetro en la mano, tuve la sensación de que Los Coronas (veteranía manda), pasaron mayor tiempo sobre el escenario.
También añadiría que en ciertos momentos de "todos sobre el escenario", los vallisoletanos no llegaron a estar tan sueltos como sus anfitriones madrileños, quizá por la presión de la ocasión y la plaza, excepción hecha de Javi Vielba, claro, que es un frontman en estado puro, que podría estar cómodo hasta en un escenario sobre un témpano en el Polo Norte.
¿Y cómo sonó esta nueva banda de ocho forajidos? Menos surf que Los Coronas (Fernando Pardo y David Krahe cambian sus Fender características por un par de Gretsch mucho más cálidas), y más contundente y psicodélica que Arizona Baby. Un tema que puede definir el "sonido Corizona" es su versión del ’Supernaut’, que es como coger a los Black Sabbath y llevarlos a la frontera de Texas y México. Inconmensurable.Arizona Baby y Los Coronas también estaban condenados a entenderse por otra importante característica común, cuidan con tanto esmero su sonido como su puesta en escena, de forma que la fusión de las dos bandas, y en un escenario como el teatro Joy Eslava, tenía que ser un divertisímo espectáculo, y lo fue. Desde las tablas de skate o los impecables trajes de tahúr de los Arizona, hasta las imágenes que desfilaban por la enorme pantalla que presidía el escenario.
Una amalgama de referentes, un universo visual prefectamente definido y reconocible que acompañaba a cada tema: el desierto de Monument Valley y la intro de Lone Ranger, fotogramas de ’Perros callejeros’ y sus míticos 124s a toda pastilla, o los platillos volantes de serie B de los 50. A este cronista le encantó particularmente el montaje que acompañó a ’Polk Salad Annie’, los hombres que estuvieron en la sala sabrán bien por qué.
Del repertorio, destacar la acogida que dio el público a ’Runaway’, ’Jinetes radiactivos’, ’Flamenco’, ’Wipe Out’ y, por supuesto, ’Wish You Were Here’, cuyo estribillo coreado por el respetable debo reconocer que me puso la carne de gallina. A partir de ahí ("lo mejor está por llegar" dijo Javi Vielba), la apoteósis. Una traca final iniciado con el momento tarantinesco de ’Misirlou’, seguida por un hit de cada banda, ’Secret Agent Man’ (con Javi a la voz) y ’Shiralee’, con la que Arizona Baby y sus secuaces eléctricos acabaron de encender la sala.Quedaba la explosión final. La gamberra y muy celebrada ’Too Drunk To Fuck’, emprendida al grito de "Da igual lo pedo que vayáis, hay que intentarlo", y una sorpresa final que no desvelaremos, tema clásico y que ni pintado para devolver a los corrales a estos ocho forajidos.
Dos Bandas y Un Destino es rock, palmas, sudor y diversión. Saliendo del teatro, no me quedaba duda de que el calor generado por Los Corizonas tardaría mucho en desaparecer, y de que me apuntaría a otra sesión de lo mismo sin dudarlo por un instante.
(Señor Lobo, www.bandalismo.net)