Un cura y una monja estaban en un refugio, solos. En el refugio había una cama, una bolsa de dormir y un montón de mantas.
El
cura, un caballero, le dice a la monja que duerma en la cama, y que él
se tira en el suelo. Se mete en la bolsa de dormir, sube el cierre hasta
arriba, y se dispone a dormir. En eso, la monja exclama:
- Padre, tengo frío.
Entonces,
el cura baja el cierre de la bolsa, agarra una manta, se la coloca
arriba de la cama, se mete dentro de la bolsa de dormir, y sube el
cierre hasta arriba de todo. Cuando cierra los ojos la monja le dice:
- Padre tengo mucho frío.
El
cura baja nuevamente el cierre, sale de la bolsa de dormir, agarra otra
manta, se la coloca arriba de la otra, y nuevamente se mete en la
bolsa, sube el cierre hasta arriba, y cierra los ojos para dormir.
Nuevamente se escucha la voz de la monja que le dice:
- Padre, ¡¡estoy congelada!!.
-
Hermana, - contesta el padre - ya que estamos solos, lejos de la
civilización, ¿usted tendría problemas en que hagamos como marido y
mujer?.
La hermana con voz coqueta le dice que no, a lo que el cura responde:
- Entonces levántate, anda a buscar la manta, ¡¡¡y no me rompas más las pelotas!!!.