Daddy Helms era un miserable, pero también un bicho
raro. Si hubiese sido menos inteligente, menos resentido y menos proclive a la
violencia, probablemente habría terminado viviendo en una casita en los bosques
de Maine y vendiendo árboles de Navidad de puerta en puerta a ciudadanos
compasivos. En lugar de eso, su fealdad parecía una manifestación exterior de
una malignidad moral, una corrupción que inducía a pensar que quizá su piel no
era lo peor de él. Había en su interior una rabia, una ira contra el mundo y
sus costumbres.
Todo lo que muere
John Connolly
(III)
Al día
siguiente le informaron de que el Caso Cuatro Vientos había sido resuelto. Un
día soleado que despertó con él y su esposa, la pesadilla quedó lejos de camino
a la Comisaria de Policía, aunque a veces recordaba la parte en la que su mujer
le gritaba algo que no lograba entender. ¿Qué querría decirle? ¿Le estaría
avisando de algo que estaba por llegar?
Había llegado
el día 26, los niños se quedaron jugando en casa cuando él salió del calor del
hogar hacia las diez, no le apetecía madrugar y en su puesto se lo podía
permitir. Esa noche sus nietos acabaron con las pocas fuerzas que tenía.
Después de
pasar por la cafetería Peña para tomar un café para tratar de relajarse pues el
estrés y el agotamiento iban a acabar con su corazón además de la somnolencia,
pudo saludar algunos compañeros, algunos se encontraban allí más del tiempo
permitido y gracias a estas visitas imprevistas hacía inventario de a quién
debía echar una pequeña regañina o si por el contrario era necesario poner
algún tipo de falta, e incluso si era necesario ponerle de patitas en la calle informando
a sus superiores pero ya no había tantos como en el pasado.
Al entrar en
su despacho notó que la calefacción se encontraba apagada, hacía un frío
imposible de ignorar a pesar de las capas de ropa que tenía. Encendió el ordenador
de sobremesa y miró en su correo en busca de alguna buena noticia sobre el
caso. Sólo encontró una notificación sobre otro caso. Decidió empezar el
informe del Caso de los Cuchillos:
Nº Identificación del caso: 452-13-98647
Delito: Homicidio
Victima: Luisa
Gutierrez Caín
Lugar: Camino
de Hormiguera
Afueras
de Madrid, cerca de Leganés
Fecha: 24
dic. 2012
Medio: Corte
en el cuello, apuñalamiento
Arma: Arma
blanca, cuchillo de cocina
Autor del informe. José
Enrique Ortiz, Sargento
Detalles: El 24 de diciembre de 2012 acudí en respuesta de
una llamada telefónica emitida el mismo día a las 7.15 a través del cabo
Joaquín Domínguez de Uriarte el cual me avisó entre las 7.30 y 8.00 de la noche,
sobre las 8.20 llegamos al lugar de los hechos situado sobre en el Camino de
Hormiguera cerca de Leganés ante la denuncia del homicidio.
La denunciante María Emilia Núñez salió de su domicilio a
las 7.10 aproximadamente para tirar la basura. Se dio cuenta que había un bulto
sobre la tierra cerca de un árbol. Cuando se acercó descubrió el cadáver de la
victima en el lugar del delito, declaró que inmediatamente llamó con el móvil a
la policía para avisar del suceso, que no tocó a la victima pero que estuvo
andando a su alrededor. Que la encontró con los brazos juntos sobre la cabeza y
un charco de sangre en el lado derecho de la victima. Que después se dirigió al
porche de su domicilio y esperó la llegada de los agentes de policía.
La victima fue identificada en mi presencia junto con el
cabo Joaquín Domínguez de Uriarte como Luisa Gutierrez Caín por el DNI que
situado en su cartera de piel curtida que estaba en el bolso amarillo el cual
se encontraba situado unos 20 centímetros del cuerpo. La victima se encontraba boca
arriba con las manos sobre la cabeza como nos dijo la denunciante, en el cuello
tenía un corte de unos 10 centímetros, las piernas estaban separadas y
abiertas, el cuerpo estaba a unos 10 metros de la carretera. Su cabeza estaba
con ojos y boca abiertos además de tener algún arañazo en la mejilla izquierda.
Luisa Gutiérrez Caín estaba descalza pero sus zapatos
morados de tacón estaban junto a sus pies, vestía una chaqueta larga y negra y
un vestido largo de color fucsia el cual estaba ligeramente desgarrado por la
zona del cuello. También llevaba unas gafas de pasta de color blanco y un
tocado de color verde oscuro.
Cuando la forense Olivia Martínez de Urrutia certificó la
muerte se procedió al levantamiento del cadáver acompañé al cuerpo hasta el
hospital. Observé al criminólogo y doctor John Carreras Coronado mientras
procedía con el instrumental en caso de violación.
Recogí las siguientes pruebas:
452-13-98647-P1: Cuchillo de metal de cocina ensangrentado
452-13-98647-P2: Chaqueta negra de algodón y tela sintética
452-13-98647-P3: Vestido largo fucsia/rojo de algodón
452-13-98647-P4: Zapatos morados de tacón de 5 cm
452-13-98647-P5: Gafas de pastas blancas, cristales derecho
roto
452-13-98647-P6: Bolso de plástico negro, el cual contenía
cartera con 30 euros, DNI y tarjetas de crédito y debito, móvil bloqueado con
clave pin, pintalabios, pañuelos y una pequeña libreta
452-13-98647-P7: Tocado verde oscuro de seda con hilos de
metal
452-13-98647-P8: Ropa interior verde claro de algodón
452-13-98647-P9: Peinadura de vello púbico
452-13-98647-P10: Muestra de contenido vaginal
452-13-98647-P11: Restos de unas de la victima, mano derecha
452-13-98647-P12: Restos de unas de la victima, mano
izquierda
452-13-98647-P13: Peinadura del cabello de la víctima 1,
anterior derecho
452-13-98647-P14: Peinadura del cabello de la víctima 1,
anterior izquierdo
452-13-98647-P15: Peinadura del cabello de la víctima 1,
posterior derecho
452-13-98647-P16: Peinadura del cabello de la víctima 1,
posterior izquierdo
Los polvos para detección de huellas dieron los siguientes
resultados:
Bolso de plástico negro: huellas utilizables identificadas
posteriormente como las de Luisa Gutiérrez Caín (452-13-98647-P17), gafas de
pasta blanca: huellas utilizables identificadas posteriormente como las de
Luisa Gutiérrez Caín (452-13-98647-P18). En las pruebas realizadas en la piel
de la victima no se han encontrado huellas.
Cuando terminó
el informe lo envió a los departamentos de homicidios, es decir, a sus
compañeros y al de archivo donde procederían a adjuntarlo junto con las
fotografías de las propias pruebas en espera de ser necesitados para el juicio
del sospechoso además de los otros informes de sus compañeros de homicidios. Al
comprobar su correo electrónico se dio cuenta de que le había llegado un mail
hacía diez minutos. Por lo que pudo comprobar en el asunto era el informe del
forense. Estaba cansado y decidió dejarlo para mañana.
Apagó el ordenador,
y se fue a su coche, se despidió en el camino de alguno de sus compañeros y
puso la calefacción, esa tarde helaba la sangre y las neuronas se alborotaban
en el cerebro.
Al llegar a su
casa se dio una ducha bien caliente, después se tomo una cerveza mientras veía
unos dibujos con sus sobrinos y se fue dormir. Esa noche no pudo leer por el
cansancio acumulado y el pensamiento de que ese criminal andaba suelto por las
calles de Madrid. ¿Por qué mataría alguien a esas chicas? ¿Qué mueve a alguien
a rajar el cuellos de otro y dejarla tirada en cualquier descampado? Todas
ellas tenían que tener algo en común y tendría que encontrarlo ya, mover a su equipo
para que dieran con alguna pista lo antes posible.