Zaragoza, 1872.
Cuando Verónica Aranda estudiaba, soñaba con ir a la universidad y conseguir más tarde un puesto político, algo que ninguna mujer había alcanzado antes. Sin embargo, tres años después de volver a su casa, pasa los días enseñando a leer a sus alumnos y cuidando de su padre enfermo e insolvente. Los pretendientes que llamaron a su puerta elogiando su belleza y solicitando su mano en matrimonio, desaparecieron en el mismo instante en el que su padre se arruinó. Alejandro Zaldívar, sin embargo, acude a ella dispuesto a cumplir una antigua promesa y Verónica se ve obligada a aceptar la última voluntad de su progenitor: un matrimonio convenido y sin amor con el hijo del difunto amigo de su padre.Aunque Alejandro no encuentra en la arisca y desagradable Verónica ningún rasgo de la dulce y encantadora niña que años atrás conoció, se reta a sí mismo a hacerla feliz. Ella, no obstante, se jura que jamás se entregará a él.
Cuando el destino, más poderoso de lo que ninguno de los dos cree, pretenda separarlos y la vida de ambos corra peligro en más de una ocasión, se verán obligados a enfrentarse a sus sentimientos y a dar respuestas al debate interno que albergan sus corazones.
Opinión personal:
Soy muy consciente de que el argumento tiene poco de novedoso, pero se encuentra dentro de esas cuatro o cinco tramas que, aunque manidas, no me canso de leer. Es posible que justo por esos tópicos que puedes encontrarte en las novelas, las de matrimonios forzados o de conveniencia me llaman tanto.Verónica es una joven bastante moderna para la época. Quizás, ser criada por un padre viudo que le ha dado una educación a la que pocas jóvenes tenían acceso en la época ha contribuido a que tenga unas ideas diferentes al resto de mujeres y no se conforme con ser lo que la sociedad espera de ella: ser madre y esposa. La enfermedad de su padre la ha obligado a adaptarse a la pérdida de las comodidades a las que estaba acomodada. Ahora hace lo indecible para subsistir y aligerar el dolor que sufre su padre debido a la enfermedad que lentamente le va consumiendo junto con sus negocios y propiedades, que hace ya tiempo que perdieron. Pero, mientras pueda conservar su libertad e independencia junto a su padre, Verónica es feliz.Es una mujer de fuerte carácter y, si bien es cierto que su situación no es nada envidiable y es lógica la rebeldía, hay momentos en los que no he terminado de entender esa cabezonería gratuita y esa reticencia a intentar sacar el mejor partido de la situación que le ha tocado vivir.
Alejandro es un hombre firme y honorable. Dice mucho de él que después de tantos años corra presto a cumplir con la palabra dada por su padre. Desde el primer momento se nos muestra su carácter paciente y afable. Es un hombre práctico que acepta su situación y espera sacar el mayor provecho de ello. Y, más, teniendo la suerte de que Verónica le resulte atractiva y atrayente. Alejando es en todo momento encantador y, sobre todo, respetuoso con los sentimientos de Verónica. No es hombre amante de las disputas y, para suerte de Verónica, se ha autoimpuesto la meta de hacerla feliz.
El eje central de la historia será la lucha entre ambos, uno por conquistarla y conseguir que se enamore de él, consintiendo así en llevar un matrimonio real, aunque sea de conveniencia; y ella por no dar su brazo a torcer. Eso me gusta y es lo que esperaba, pero, en mi opinión, el tema se alarga demasiado. Considero que es complicado mantener al lector en una constante atención, conseguir que la relación avance aunque sea poco a poco y se vayan viendo los matices de esos pequeños cambios. Creo que la autora lo ha conseguido en el personaje de Verónica, aunque ya he comentado que su cabezonería me ha puesto nerviosa en más de una ocasión, sí que he visto esa evolución en sus sentimientos y cómo Alejandro iba consiguiendo cada vez un poco más. Pero esa misma evolución me ha faltado en Alejandro, quien parece casi embelesado por ella desde el primer momento, a pesar de los continuos desplantes de la joven y eso me ha impedido dar veracidad a esos sentimientos.
Los personajes secundarios me han gustado y ayudan a crear, con acierto, un buen entorno en el que se mueve la pareja, sobre todo, a conocer más el personaje de Alejandro. Me quedo con Leo e Ivy que protagonizan una bonita historia de amor. Pero, en mi opinión, y sin poder explicar mucho más para no desvelar parte de la trama, la autora alarga la novela con la historia de otro personaje, al que me ha parecido que fuerza en demasía un buen final. Al final, todo resulta demasiado feliz.
La ambientación me ha parecido correcta, aunque hay algunos detalles que no han terminado de convencerme. Quizás me ha faltado agilidad y, como lectora, soy partidaria de más descripciones que me ayuden a visualizar mejor tanto el entorno como los personajes.
Es la primera novela que leo de Mina Vera y la experiencia ha sigo agradable pero, al mismo tiempo que he comentado que al principio de la novela la autora ha sabido engancharme totalmente, también reconozco que a partir de la mitad, al girar una y otra vez sobre el mismo tema, la trama se me ha vuelto un poco repetitiva y me ha costado avanzar. Hay momentos puntuales en las que se insertan pequeñas subtramas, que me han parecido un buen recurso pero, también, un poco forzadas, y he de decir que me esperaba más de esta historia. En general, me ha parecido una novela que a medida que transcurre pierde agilidad, y ha resultado una lectura amena.Datos de interés: Ficha del libro: - Ficha de la autora:
Pepa