Un espía quiere enviar el mensaje: “El armamento nuclear está ubicado en…”. Para ello, lo codifica cambiando las letras de la frase por otras que elige al azar: la e por la h, la l por la k, la a por la v, etc. de manera que el mensaje queda: “hk vjtvthbil bñwkhvj…”. En caso de que el enemigo intercepte el mensaje, ¿tiene alguna posibilidad de descifrarlo? Si el mensaje es lo suficientemente largo la respuesta es que sí tiene probabilidades. Porque en cada lengua las letras tienen una frecuencia de aparición en los textos bastante determinada. Solo hace falta contar el nº de veces que se repite cada letra en la versión codificada, y hacerla corresponder con la letra que en el lenguaje normal posee una idéntica frecuencia de aparición.
Jérome Segal
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A 50 años luz de distancia de la Tierra, en la constelación de Centauro se halla el diamante más grande jamás visto. Se trata de la estrella BPM37093, una enana blanca cristalizada, el último estadio al que están condenadas las estrellas de dimensiones parecidas al Sol después de consumir reacciones nucleares todo su helio e hidrógeno. Dentro de 5000 millones de años nuestro sol se convertirá en una enana blanca que tras 2000 millones de años más morirá en forma de otro gigantesco diamante en el corazón de nuestra galaxia. Nadie podrá ver su brillo latir. También todos estaremos muertos.
(Agustín Fernández Mallo, Nocilla Dream. Candaya, 2008).