En estos días se suceden las Ferias del Libro en diversos lugares de nuestra geografía, con lo que ello implica de sesiones de firmas y fiestas literarias. Es muy posible, pues, encontrarse en la comprometida situación de tener que tratar con algún escritor. Parece sencillo, ¿verdad? Error. Si no quieres meter la pata, si no quieres granjearte el odio eterno de tu autor favorito, será mejor que tengas en cuenta ciertas normas de etiqueta.
Para las firmas de libros
- El libro en cuestión debería ser un ejemplar nuevo y recién comprado, a ser posible en la misma caseta o librería donde se produce el evento. Traer consigo de casa el ejemplar ya ajado de la primera novela del escritor, con la excusa de que "es uno de mis libros favoritos" puede resultar enternecedor para el autor (aunque, créanme, lo que él quiere de verdad es que le compren su nueva novela), pero el librero te echará miradas de odio, o incluso alguna maldición. Uno de los casos más extremos de esta falta de modales lectores que he podido presenciar fue el de una señora que, un día de Sant Jordi, se presentó en la caseta donde firmaba Eduardo Mendoza con un carrito en el que llevaba la práctica totalidad de sus novelas, que según dijo llevaba años coleccionando. Él es un santo y creo que las firmó, pero deberían haber visto las miradas del librero y los improperios de las personas que estaban detrás en la cola.
- Lo que nos lleva al punto siguiente: se trata de que el autor estampe su firma y una dedicatoria, no de que escriba páginas y páginas. Resulta de mala educación quejarse de que la dedicatoria que le hizo a Fulanito era más larga.
- Tampoco es de recibo quejarse de la letra del autor. Preguntas como "¿Aquí qué pone?" al recibir el libro dedicado están de más. Es verdad que quizás este escritor tiene una letra infame, pero afortunadamente sus libros no los escribe a mano.
- Los autores están muy agradecidos de que les pidas autógrafos y, sobre todo, de que alguien compre su libro (viven o pretenden vivir de ello, no hay que olvidarlo). Eso no quiere decir que tengan intención de convertirse en tu mejor amigo. No aproveches para explicarles tu vida, ni les enseñes fotos de tu gato. Para eso tienes Facebook.
Conversación con autores
Vamos a partir de la base de que, si se da el caso de que entablas conversación con un escritor, sabes con certeza de quién se trata. Porque el ego de los artistas es muy frágil y lo peor que puedes hacer es confundirlos con otro. Que te pases el rato ensalzando las novelas del autor X, para descubrir luego que él no es X, sino Y, puede resultar devastador para ambos. No digamos si el escritor en cuestión detesta la obra de X. Bien, pues suponiendo que has conseguido ponerle el nombre correcto a esa cara, hay algunas cosas que debes evitar:
- Hablar de la competencia (o sea, cualquier otro escritor que no sea él mismo). Aunque sea mal.
- Hablarle de una novela que escribiste hace años y tienes en un cajón. Al escritor eso no le interesa nada. Además, si sospecha que sólo te has acercado a él para intentar que él te recomiende a su editor, puedes estar seguro de que te pondrá en su lista negra particular.
- Decirle acerca de su libro (que no has leído) que es "interesante". Lo siguiente que te preguntará es qué exactamente te pareció interesante y estarás perdido. Marcel Proust solía quejarse de que la gente que le hablaba de sus libros solían cometer continuamente errores que probaban que, o bien los habían olvidado, o nunca los habían leído. Una técnica bastante buena para salir del atolladero es decir que acabas de comprar su novela y la tienes como próxima lectura.
- Preguntarle qué tal van las ventas. Tanto si van bien como si ha vendido cuatro ejemplares, habrás metido la pata. En este último caso, es evidente por qué. ¿Y si el libro es un éxito? Probablemente no le parezca éxito suficiente. Puedes estar seguro de que guarda algún resentimiento para con el distribuidor o con el encargado de marketing, que procederá a contarte con todo detalle.