Revista Ciencia
Nociones sobre Management: Por si acaso, define tu Plan B
Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22En todo laberinto siempre hay una salida.
Es cierto, cuando todo parece perdido y estamos a punto de quemar las naves, si tan solo nos bajaramos un instante del mundo, nos daríamos cuenta que todavía nos queda un conejo en la chistera, o un as en la manga si así lo prefieres.
Y es más, me atrevo a decir que no solamente hay una salida del laberinto en el que te encuentres, te diré que hay dos. La salida por una parte y por otra la entrada por la que te metiste en la situación en la que estés. No siempre retroceder y volver al principio es de cobardes, por mucho que lo diga aquel que no está en tu pellejo. Es muy loable comenzar de nuevo, iniciar un nuevo camino para conseguir tu felicidad.
Mucho se ha hablado de dar vueltas en la noria, de saltar en marcha y romper la rutina para abrir nuevos horizontes. Incluso expertos especialistas doctorados en lo suyo, nos dan las herramientas para sabotear el motor de la noria y ralentizar su giro y que así nuestra salida sea menos “dolorosa”.
Pero como no eres una máquina de expender cigarrillos con sus frases huecas de “Su tabaco gracias”, suele suceder que lo que vale para uno no valdrá al 100% para ti. Por mucho que acudas a expertos, gurús y doctores enfundados en diplomas de cursos, seminarios, etc, no pasará nada si no tú no te pones en marcha.
Y aquí es donde está el plan B, tu “PLAN” para cuando nada te motiva, o nada te inspira, o si las vueltas de la noria te han hecho perder la visión de tus objetivos. El plan B nunca será un paracaídas que te facilitará un cómodo aterrizaje, el golpe te lo vas a llevar sí o sí. Tanto si te quedas en la noria, como si te arrojas fuera de ella, el dolor “psicológico” está ahí esperando pasarnos la factura por querer ser mejores y crecer. Pero debemos recordar que el dolor de quedarse en la noria, es una agonía que nunca termina.
El plan B es un elemento que viene de “serie” en cada persona. Lo llevamos adosado a nosotros como un DNI. Es un ADN enriquecido por todos nuestros ancestros, auténticos supervivientes de las épocas más maravillosas y atroces de la humanidad. Sin tu inteligencia, capacidad y decisión, ahora no estarías leyendo esto y quizás serías polvo de estrella en el lejano Orión, o quizás una pequeña ameba sonriente en un lago de Madagascar. ¿Qué a veces te gustaría ser ameba sonriente en Madagascar? Seguro que cambiarías de parecer cuando vieras una jirafa bebiera de ese mismo lago y después te encontraras luchando en sus jugos gástricos por sobrevivir.
No, no se trata de ser ameba, se trata de ser la persona que eres.
Estás aquí porque tus antepasados utilizaron su plan B para salir adelante. Cuando las cosas se tuercen y no resultan como deseamos, de nada vale caer en la desesperación y pedir ayuda a las alturas o colgarse del brazo ajeno para mendigar migajas del éxito de otros. Hay que utilizar tu plan B y resolver la situación para seguir avanzando. A nadie le gustaría que sus tataranietos fueran una célula de alga aventurera en la fosa de las Marianas, así que ponte a ello.
¿Y cómo sabemos cuál es nuestro plan B? Es sencillo, el plan B se compone de:
-20% de intuición
-80% de creer en ti.
Mézclese y agítese en un envase de ilusión, buenas amistades, actitud positiva y bébase sin derramar una gota. Los efectos son inmediatos, no causan somnolencia y se puede conducir hasta el horizonte y más allá.
Todos tenemos un plan B, conviene recordarlo cuando estemos bloqueamos, basta con salir a la calle, pasear en la playa o andar por el campo para encontrar los ingredientes que nos faltan. En tu casa nunca revolotearan las mariposas. Sal a que la vida te inspire.
Fuente: Blog La que has liado.