Lamborghini Miura del año 1966 que probó el periodista
Miguel Ángel Barrau de la revista Automundo.
Recién en enero de 1967 se comenzaría a producir el Miura por parte de la empresa Automobili Ferruccio Lamborghini. Y lo haría en dos versiones: normal y sprint. La primera de calle y que probó Miguel Ángel Barrau en su visita a la planta de la empresa italiana.
Todo surgió de una charla con el Cavalier Lamborghini donde Barrau le planteó lo siguiente: “Señor Lamborghini, quiero pedirle una cosa. Pronto regresaré a mi país, a la Argentina. Quizá tenga una nueva oportunidad de volver a Europa. Quizás no. Dígame… Usted, que tan bien ha sabido captar un genuino interés, ¿cree posible que me resigne a dejar Italia sin haber probado el Miura?...
Al parecer las palabras del periodista argentino tocaron alguna fibra íntima del empresario automotriz italiano que le abrió la puerta a subirse a un automóvil deportivo, único en ese momento. Así fue como se lo prestaron para que lo probara en ruta y en ciudad. Barrau salió de la fábrica manejando el Lamborghini Miura.
Dos vistas del primer Lamborghini Miura de 1966.
Por supuesto con la promesa de no destruirlo en la primera curva. Además Barrau tenía experiencia en el manejo de autos deportivos. La primera impresión fue la de sentarse en el puesto de conducción de un auto de carrera. Por la posición de piernas y brazos. Todo pensado para el buen conducir.El volante en el lugar justo, como la pedalera o la palanca de cambios siempre a mano. Claro que había que acostumbrarse al embrague. Y ser dócil con el acelerador para no dejar dos surcos, con las ruedas traseras, en el camino de ripio a la salida de fábrica Lamborghini. Esa misma que producía tractores en Italia.
En ruta se comportaba como los dioses y superar los 200 kilómetros por hora no era una tarea difícil para los 12 cilindros en V a espaldas del piloto. Tanto que al volver a la fábrica se enteró que esta versión de calle, llamada normal, podía alcanzar los 284 kilómetros por hora.
Lamborghini Miura con la trompa y la cola abiertas.
De eso se enteró al regreso Barrau de boca del ingeniero Dallara, quién fue el encargado de entregarle el Miura. Antes de salir los operarios de la Lamborghini lo pusieron a punto al deportivo con nombre de toro español. Y no se lo entregaron sin una mirada de recelo. Pero todo salió como estaba previsto.Como dije en ruta el comportamiento del Miura era notable. Claro que las suspensiones copiaban la geografía del pavimento y la dirección directa le devolvía la sensación de la pisada en la ruta. Pero lo que le llamó la atención a Barrau fue lo silencioso del interior, pese a tener el motor en la nuca. Eso sí, el sonido de los caños de escape era música…
La sorpresa más grande se la llevó cuando llegó a la ciudad de Ferrara. Barrau creía que solo usaría primera y segunda para el circuito urbano. Pero no fue así el motor Lamborghini era tan elástico que tiraba perfectamente desde las 2.000 revoluciones por minuto para arriba.
Estructura del Lamborghini Miura sin la carrocería.
El piloto es Miguel Ángel Barrau, periodista de la revista Automundo.
Cuando pudo subirse a una de las autopistas, sin límite de velocidad máxima por aquellos años, comprobó que el Lamborghini Miura superaba con holgura los 225 kilómetros por hora. Dejó de prestar atención al velocímetro para fijar la mirada sobre el terreno que cada vez pasaba con mayor velocidad.
Fue así que se dio cuenta que a 6.000 revoluciones por minuto el velocímetro le indicaba que había superado, por poco, los 240 kilómetros por hora. Algo más que suficiente para un deportivo italiano de esa clase. En el caso de la versión sprint, y dependiendo de la relación del diferencial elegida, se podían alcanzar los 352 kilómetros por hora. Casi como volar bajito…
Ahora que tenemos un panorama de las prestaciones del Lamborghini Miura, este único ejemplar del año 1966, conozcamos sus características técnicas. Partamos de la base que todo lo sostiene. En una de las fotografía se puede apreciar al Miura desnudo de su carrocería. Interesante para tener una idea de la distribución de pesos y parte mecánicas.
Parte delantera del Lamborghini Miura. Se aprecian el
radiador acostado, debajo de la rueda de auxilio el tanque
de combustible y la suspensión delantera.
En la parte delantera la suspensión era independiente con el tanque de combustible, la rueda de auxilio y el radiador de agua, que era enfriado por dos electro ventiladores. En la parte trasera la suspensión también independiente con el motor trasversal con la caja-diferencial.
Las suspensiones eran similares, en cuanto a estructura, para los trenes delantero y trasero. Eran de paralelogramo deformable con brazos triangulares desiguales con resortes helicoidales y amortiguadores hidráulicos, además con barra antirrolido.
El motor era de 12 cilindros en V con una cilindrada de 3.929 centímetros cúbicos con una potencia de 350 CV DIN a 7.000 revoluciones por minuto. Esto para la versión normal, la que probó Miguel Ángel Barrau. En cambio la versión sprint tenía una potencia de 430 CV DIN a 8.500 revoluciones por minuto.
El diámetro de los cilindros era de 82 milímetros y la carrera de los pistones de 62 milímetros. El motor contaba con cuatro árboles de levas a la cabeza y las válvulas estaban en un ángulo de 90º. El motor se alimentaba con cuatro carburadores de triple cuerpo de tiro descendente de la marca Weber modelo 46 IDA 3C. Dos bombas eléctricas eran las encargadas de enviar la nafta hacia los cuatro carburadores ubicados en dos hileras a ambos lados del motor V12.
Parte trasera del Lamborghini Miura. Se observan el motor y
la caja-diferencial con sus semiejes y la suspensión trasera.
Según lo que pudo testear Barrau en su prueba arriba del Miura, en primera llegaba hasta los 85 kilómetros por hora, en segunda, 130 kilómetros por hora, en tercera, 180 kilómetros por hora, en cuarta, 225 kilómetros por hora y algo más en quinta. Ese algo más eran unos 284 kilómetros por hora.
Los frenos eran a disco en las cuatro ruedas y cuando Barrau los probó por primera vez comprobó que era como tirar un ancla por la ventanilla… Eran más que suficientes para detener un automóvil que podía, en su versión normal, superar los 280 kilómetros por hora.
Algunas de las medidas del Lamborghini Miura eran: distancia entre ejes de 2.460 milímetros, trochas delantera y trasera de 1.398 milímetros. El peso era de tan solo 850 kilogramos y el motor con la transmisión pesaban 250 kilogramos. La estructura de chapa pesaba solo 70 kilogramos.
La carrocería la diseñó Bertone con una cola trunca. Tanto la trompa como la cola pivoteaban para dejar acceso a los órganos mecánicos. Hay una fotografía donde se aprecian ambas aperturas. Está demás decir que era un deportivo de dos plazas y con escaso, o nulo, espacio para equipaje. En la trompa, donde debería estar ubicado el baúl, estaban alojados el tanque de combustible, el radiador de agua de generosas dimensiones y la rueda de auxilio.
Vimos un automóvil deportivo italiano manejado por un periodista argentino que era una única pieza para finales del año 1966. Todo un anticipo de lo que sería el Lamborghini Miura en el mundo de los autos deportivos, esos que solo unos pocos pueden tener en sus casas.
Las fotografías fueron tomadas de la revista Automundo número 79 del 8 de noviembre de 1966 donde se narran las experiencias que tuvo el periodista Miguel Ángel Barrau al mando de un Lamborghini Miura en Italia.
Mauricio UldaneEditor de Archivo de autos
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