Moisés Cayetano RosadoHay veces que los nombres que se le colocan a los monumentos no pueden estar más lejos de la visión que ellos mismos ofrecen a la ciudadanía. De ahí que la sabiduría popular haga un requiebro y los bautice con su atinado proceder dándole el sentido que realmente expresan y no el que le quieren otorgar.En Badajoz -la ciudad más poblada de la Raia/Raya- se está especialmente dotado para este trueque, porque de buenas intenciones están… las rotondas llenas. Bautizadas en muchas ocasiones con grandilocuencia, el sentido real baja el nombre oficial a la altura del imaginativo popular, que tiende, eso sí, a ser mordaz y lapidario.Véase si no, lo que llaman formalmente el “Monumento a los tres Poetas”, en la cabeza del Puente de la Autonomía, a los pies de la Alcazaba. Un magnífico trío badajocense de la segunda mitad del siglo XX: Jesús Delgado Valhondo, Manuel Pacheco y Luis Álvarez Lencero, cuyas cabezas se sostienen desgarradas sobre una base común, que forman varios libracos que más que pliegos de poesía parecen tesis doctorales. Claro, para el común de los viandantes es el “Monumento de los Cabezones” o la “Rotonda de los Ahorcados”. Triste apelativo para quienes fueron unos dinámicos agentes culturales en una época oscura, tiernos y humanos, buenos amigos con los que compartí momentos entrañables que no se pueden olvidar.O no digamos el “Monumento de Bienvenida a los Portugueses”, en la entrada a Badajoz desde Elvas, representado por una mujer hierática, con los brazos en cruz y las palmas de las manos hacia abajo. ¡Vaya manera de dar la bienvenida! Si al menos le hubiesen puesto los brazos un poco abombados y las manos con las palmas hacia adentro, podría parecer que iba a abrazar; pero así, más parece que vaya a lanzarse hacia el vacío. No es malo, por tanto, su nombre alternativo: “Rotonda de la Suicida”. ¡Y es que está a punto de saltar hacia el abismo… del asfalto!Por último, traigo el monumento levantado -este mismo año- a los afectados por el atentado terrorista en Madrid el 11 de marzo de 2004. Bajo el nombre de “Monumento a las Víctimas del Terrorismo” se alzan sobre pequeños mástiles especies de siluetas coloreadas de corazones, con una base de florecillas entre los pinos de una rotonda de la Avenida Sinforiano Madroñero, una de las arterias principales de la ciudad. Pues bien, he aquí la alternativa: “Rotonda de las piruletas”. Pese a lo serio y respetable de la idea, la plasmación escultórica pienso que no da para un nombre diferente del que se ha popularizado.
¿Falta de imaginación del artista? ¿Falta del “hálito divino” a la hora de encontrar la inspiración y su consiguiente plasmación? ¿Interferencia de las “autoridades” pertinentes a la hora de encargar el monumento? ¿Ganas de “diferenciarse”, ser original, sin que “la Gracia del Señor” los acompañe? De todo un poco. Y a lo mejor también nuestras ganas de buscarle a todo las cosquillas…