Hace mucho tiempo que envidio a algunas de las mamás blogueras a las que sigo los nombres molones que les tienen puestos a sus parejas y a sus peques. Me resulta raro escribir siempre sobre el futuro papá de mi peque como «mi marido», pero es que no se me ocurre cómo llamarlo. Y lo mismo me pasa con nuestro bebé.
Mi marido tiene un nombre muy original, demasiado original, un nombre que ostentan muy poquitas personas en toda España, de modo que no quiero decir su nombre porque desaparecería la privacidad. Sí, vale, yo firmo aquí con mi nombre real, pero es que mi nombre es mucho más común… Tampoco me convence lo de la inicial porque en su caso la inicial sola no queda bien… Así que ando a la búsqueda de un mote, de un nombre en clave, para poder llamarlo.
En cuanto al bebé, ya sabemos cómo se llamará tanto si es niño como si es niña. Si es niño llevará el nombre de su papá (que conste que yo estoy en contra de repetir nombres) seguido del nombre de mi padre, que, como el mío, es mucho más normal. Si es niña llevará el nombre que yo elegí hace ya muchísimos años. No sé si, como Rural Baby Project, os daré el nombre cuando sepamos el sexo. De momento me inclino más por un seudónimo, ¿pero cuál?
El bebé ya tiene un seudónimo. Empezó como una broma entre nosotros y se le ha quedado. Mi marido y yo tenemos un nombre para jugar juntos a videojuegos y similares, un nombre que es la mezcla exacta de los nuestros: mitad del suyo y mitad del mío. Y claro, el bebé es justamente eso y lo llamamos así. Pero no puedo deciros cuál es ese nombre sin daros pistas sobre el nombre del papá… y vuelta a empezar.
A lo mejor ambos nombres podrían estar relacionados, o puede que no… Y así llevo varios meses, dándole vueltas al tema mientras el número de entradas en el blog aumenta.