
Liam Neeson es Bill, un agente de seguridad aérea quien, durante un viaje sin escalas desde Nueva York hasta Londres, comienza a recibir extraños mensajes avisándole de que cada veinte minutos va a morir un pasajero sino se cumplen sus exigencias. Bill tendrá que luchar contrarreloj para evitar que el terrorista cumpla sus amenazas pero, sobre todo, para demostrar que él no tiene nada que ver con la amenaza a pesar de que las pruebas indican lo contrario...
Pocas veces un título ha hecho tanta justicia como el que tiene ésta. Desde que Bill pone un pié en el avión, empieza un espectácul que no para en ningún momento y la verdad es que es de agradecer que un thriller mantenga tales cotas de tensión e intriga la mayor parte del tiempo. Es cierto que una vez termina la película empiezan a vérsele las costuras al guión por todas partes pero, mientras la ves, convence y, sobre todo, entretiene. Y eso ya es bastante más de lo que suelen provocar las películas de acción contemporáneas.



Se la recomiendo a todo aquel que tenga ganas de pasar un rato entretenido con una película adrenalítica y repleta de giros de guión. La parte central de la película, en la que todo indica que el personaje de Liam Neeson es el que está detrás de la amenaza, es la más intensa y trepidante y, aunque luego, a medida que vamos descubriendo la identidad del terrorista, decae un poco el ritmo, sigue siendo una cinta de acción aceptable que da lo que promete.Sólo os hago una advertencia, cuando salgáis del cine, sed indulgentes y no le déis muchas vueltas a lo que acabaís de ver porque es la típica película que cuanto más la analizas más se te cae. Limitaos a disfrutar de ella mientras la estáis viendo y luego a otra cosa mariposa, que está bien pero no es nada del otro mundo.