Revista Libros
Cees Nooteboom.Autorretrato de otro.Sueños de la isla y la ciudad de antaño.Dibujos de Max Neumann.Traducción de Fernando García de la Banda.Calambur. Madrid, 2013.
Esto es lo que deseaba ser: el prisionero libre que ha estudiado el mar en su memoria, la resaca del agua, movimiento.
Autorretrato de otro, que publica Calambur con textos de Cees Nooteboom y dibujos de Max Neumann, es uno de esos pocos libros que surgen del encuentro milagroso de la mirada y la palabra. Los textos, escritos en un estado de inspiración que va más allá de la superficie de las cosas y de la percepción racional de la vigilia, nos devuelven un mundo transformado para transformarnos en otros. Por eso exige del lector vencer la resistencia inicial de sus páginas con una disposición espiritual adecuada, para entrar en él con la actitud receptiva de quien entra en otra dimensión de la realidad.
La colaboración del escritor y el pintor no es la de quien ilustra unos textos o escribe sobre unos dibujos. Los treinta y tres dibujos de Max Neumann, previos a los textos, acabaron infiltrando la mirada y la expresión de Nooteboom con sus tonos ocres y negros sobre fondo rojo bermellón. Y algo en la violenta lógica descoyuntada de las imágenes puso en marcha el recuerdo y la experiencia onírica hasta que los textos acabaron evocando los sueños de la isla y la ciudad de antaño y trazando ese autorretrato de otro que es el poeta y no es el poeta, que es el pintor y no es el pintor.
Autor de un libro memorable sobre el silencio de Zurbarán, en el que también fundía ejemplarmente mirada y palabra, Nooteboom ha escrito treinta y tres textos literalmente irrepetibles, porque son el resultado de una experiencia incontrolable en la que la identidad se sale de cauce, la persona se pone en el límite del reconocimiento y quien habla también es otro que le habla a otro –el lector- con la potencia transformadora de la palabra.
Una palabra levantada sobre la soledad isleña de la playa, sobre las pesadillas y los recuerdos, sobre los perros y las hormigas, sobre los vivos y los muertos, sobre los pedregales con cardos, los caminos y la ciudad de las preguntas, la noche y la guerra, los rostros y la ausencia, sobre o contra o frente a los naufragios:
Se apoya en la borda ausente y se ve desaparecer entre aquello que ha de permanecer, entre todo lo que ya estaba allí.”
Enorme mérito el de Fernando García de la Banda al traducir estos textos tan intransitivos, de tono tan intransferible, de imágenes tan incomunicables.
A la vista del brillante resultado, me imagino el esfuerzo que ha supuesto comunicar el clima irracional, la atmósfera moral y la tensión verbal de estos textos deslumbrantes.
Santos Domínguez