Mi horno, Silvia Plath y yo "los años llegan como animales del espacio" Silvia Plath
Abrir el portón de mi horno y contemplar los horrores de la caja de Pandora. Mirar el agujero negro y profundo que surge de la cocina ha sido siempre un recurso atractivo y repelente al mismo tiempo. El, ahí está, y yo, con la boca llena de bizcochos calientes, simulo no darme cuenta. Una voz susurrante y femenina sale por algún resquicio metálico. Las rejillas del horno retumban como si fueran la celosía austera de una cárcel secreta. En ocasiones, brillos sutiles semejan las pupilas color miel de una mujer rubia y triste. Solo una vez se me ocurrió meter la cabeza dentro y limpiar los restos de grasa. Mientras usaba la bayeta unos rasguños rabiosos dejaron de ser jeroglíficos. Una “S” entrelazada a una “P” se dibujan perfectas. Retrocedí despacio y nunca más he descendido a la cueva. El día de mi cumpleaños no entro en la cocina. Mi familia lo sabe y trata de agasajarme, me pide tranquilidad, que cierre los ojos, que descanse… para matar el tiempo abro el periódico y cometo el error de acercarme a las páginas de cultura. Hoy, 11 de febrero de 2013, cumplo cincuenta años, ella está ahí mirándome desde las fotografías, se llama Silvia Plath es poeta. Un día como este acostaba a sus hijos, encendía el horno y metía la cabeza dentro, al mismo tiempo yo nacía del interior de ese horno. Aún me siento tibio, hojaldre crujiente. Silvia lleva medio siglo esperándome.
Miguel Ángel Martín Alonso