Revista Cultura y Ocio
A Jorge Riechmann
Hay personas, supuestamente inocuas, cuya respiración es su respuesta más violenta. Vienen de miedos anteriores cuando todo se sofocaba. Su experiencia de libertad es limitada y epidérmica.
Sólo en contadas ocasiones su dignidad, inerme, sobrevive. Suelen tener un discreto anhelo de infinito y, a la vez, una tibia conciencia de fracaso.
No son mero excipiente inofensivo, no lo son su silencio ni su acostumbrada obediencia.
Podría dar algunos nombres, aunque el rebaño crece y su acre olor se extiende día a día; pero está feo señalar. Pongamos: yo mismo.
José Pérez Carranque