Revista Cultura y Ocio
Cuatro personas y un coche
No recuerdo nada del día en que se sacó la fotografía. No guardo ninguna imagen de aquél momento, no sé lo que pasó antes, ni después, de cómo llegamos allí ni hacia dónde partimos. No sé nada de ese momento retratado. Se adivina que hacía viento porque tenemos el pelo alborotado. Hay un coche parado en la pendiente de una colina llena de flores, es un Dauphine azul. Todos estamos en manga corta. Mi madre está apoyada en la parte delantera del coche, casi donde está el faro. Mi hermana está dentro del coche, en la parte trasera, asomada por la ventanilla con los brazos extendidos y yo estoy con mi padre afuera que me tiene cogida de la mano. Los tres en el mismo marco. Los tres alejados de mi madre. Los cuatro mirando hacia el objetivo de la cámara que alguien que desconozco disparó y captó el momento. Años después mi madre murió, y cada vez que miro la fotografía, de la que no sé nada, y la veo alejada de nosotros, percibo en esa separación la ausencia que estaba por llegar.
María Jesús Silva