Brian Wood sigue deleitándonos con sus historias de vikingos. Porque de eso trata Northlanders, de historias con el único nexo en común de los hombres del norte, de sus dioses y de su modo de vida.
En esta ocasión y aunque tenemos tres historias de por medio, la que da importancia y nombre al tomo es la que nos habla de la negación de un herrero ante las nuevas creencias cristianas, con suficiente dinero para comprar adhesiones y sustituir a los dioses de los vikingos. Los paganos tienen sus días contados en las tierras del Norte y Erik, así se llama el herrero, se propone iniciar su particular cruzada contra los cristianos. Áspero en su forma de mostrar la trama, Wood parece ser un historiador que dedica un momento para analizar un hecho específico a través de uno de los protagonistas.
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Wood continúa explorando de forma artesanal una época y un modo de vida salvaje y muy lejano al que conocemos. Tiene claro que está ante un producto muy personal, lejos de recursos fáciles y destinados a enganchar al lector. Justamente por esa claridad de lo que quiere y de su forma de llevar la historia y la propia serie, donde cada tomo no tiene por qué coincidir en tiempo ni lugar con el anterior o posterior, hace que estemos ante una obra que está por encima de muchas de las denominadas “para adultos” dentro de Vertigo.
La ambientación es espléndida, lo que hace ganar atractivo al argumento. No solo consigue contar una historia, sino hacerla creíble.