Cuando decidimos visitar Noruega, me imaginaba como seria disfrutar en primera persona, de todos aquellos paisajes de postales que tantas veces había visto en libros. Más allá de lo pintoresco de Bergen y Flam, creo que el Kjerag era uno de los grandes retos que esperaba encontrar. No muchos lo conocen por su nombre, pero si por las fotos del Kjeragbolten, una pequeña roca atrapada en la grieta de una montaña que según se mire, da la impresión de estar suspendida en el aire.
El Kjerag es uno de los acantilados más altos del mundo y se encuentra en la cima de la montaña del fiordo Lysefjord. Desde Stavanger, que era nuestro punto de partida, hay unos 140km, así que conducimos un par de horitas en coche en dirección a Ålgård por la ruta 39 y luego por la ruta 45 parando para hacer fotitos del paisaje.
Finalmente llegamos a Øygardstøl, que es desde donde se empieza la subida y hay un aparcamiento y un restaurante. Se tarda unas 4horas entre subir y bajar, así que nos esperaba una larga caminata, con un tiempo que como es habitual en Noruega, no acompañaba demasiado.
En la oficina de Turismo de Stavanger, nos comentaron que era una excursión dura, con bastante pendiente y en algunos tramos con cadenas para subir/bajar con seguridad. No se equivocaron, podríamos decir que si no fuera por esas cadenas, algunos tramos serian realmente difíciles. Además, el terreno es de roca de granito y está muy pulida así que cuando se humedece… :S
El inicio es duro, es un tramo con mucho desnivel lo que te hace replantearte entre continuar o dar media vuelta. Sobre todo cuando empiezas a encontrarte las cadenas y empiezas a pensar donde c**** me he metido, en que estaría pensado, me he vuelto loca, ya veremos como bajamos porque subir es una cosa, pero bajar de ahí…. Todo esto claro, mientras recuperas el aliento por el esfuerzo.
La ilusión de llegar a la cima y los magníficos paisajes te hacen sacar fuerzas para continuar, así que tan solo se trata de ir cada uno a su ritmo, parando y haciendo fotitos. Sin prisa, pero sin pausa.
Pero ese día nos topamos con la Ley de Murphy y cuando nos quedaba poquito para llegar a la cima, un problemilla con las botas de montaña hizo que no pudiéramos continuar. Nunca hubiera imaginado que unas suelas pudieran despegarse así.
Si hubiéramos llegado arriba esto es lo que nos habríamos encontrado a 1km de altura sobre el fiordo. En fin, adiós a subirse al Kjeragbolten
Foto: 7ty9
Estaba claro que no podíamos continuar y ya seria complicado bajar con ese calzado, así que decidimos descansar un ratito y sacar a Wall-E a pasear.
El tiempo en Noruega es totalmente anárquico, en un solo día puedes llegar a pasar por todas las estaciones, así que a pesar de que llegamos a ver un tímido solecito, el tiempo cambió y para cuando empezamos el descenso, ya estaba lloviendo y la niebla nos había invadido hasta tal punto, que nos costaba ver a dos palmos de nosotros.
Finalmente llegamos de nuevo al aparcamiento, no negaré que al llover la roca resbalaba como una pista de hielo y una servidora terminó arrastrándose con el culo para no despeñarse en más de una ocasión. Toda una experiencia!!
Nos resignamos a mirar el mapa y ver aproximadamente donde nos habíamos quedado. No teníamos días para hacer un segundo reintento, pero es una espinita que habrá que sacarse en un futuro.
Entramos al restaurante para tomar algo calentito y secarnos después de la lluvia y parece que Wall-E encontró amiguitos de su tamaño
Y de regreso hacia Stavanger, nos encontramos con unas amigas de lo más simpáticas.
Finalmente, llegamos agotados a nuestro hostel, al día siguiente nos esperaba el Preikestolen, otra de las grandes atracciones de Noruega y aunque en la oficina de turismo, no te recomiendan hacer las dos excursiones en dos días seguidos. Nosotros somos así de felices… además, el Preikestolen tiene fama de facilito
Próxima parada: Excursión al Preikestolen.
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