Parece mentira que haya pasado tanto tiempo, desde que visitamos Oslo en nuestra aventura por los fiordos noruegos, pero no quería empezar con nuestras peripecias por otros países, sin antes terminar las de Noruega.
Cuando llegamos a la capital estábamos bastante cansados. Hacer dos de las excursiones más míticas del país (Preikestolen, Kjerag) en días consecutivos y conducir posteriormente 450km no es lo más recomendable, pero tampoco teníamos más opciones si queríamos cumplir con nuestro itinerario. Por suerte, esta era ya la última parada antes de volver a casa y teníamos un par de días para tomárnoslo con calma.
Personalmente Oslo no me gustó. Es posible que el cansancio acumulado de tantos días de viaje y el contraste de la zona verde de los fiordos versus el gris asfalto de la ciudad, tuviera buena culpa. Ahora revisando las fotos, me doy cuenta que quizás, la tendría que haber mirado con otros ojos.
A continuación la ruta aproximada del paseo…
Nuestro paseo empezó por el Boulevard Karl Johans Gate, la arteria principal y centro de la ciudad que lleva ese nombre en honor Rey Karl Johan. Une la principal estación de trenes con el Royal Palace y donde podemos encontrar gran cantidad de hoteles, tiendas, restaurantes y cafés con más de 100 años de historia.
Ahí encontramos la Domkirken, la catedral de Oslo construida a finales del siglo XVIII y por aquellos días, estaba rodeada de una marea de flores en memoria de las víctimas del atentado, sucedido tan solo unos días antes. Así que el acceso a su interior estaba realmente complicado, entre tanta gente, tantas flores, vendedores de flores, televisiones,…
Paseando llegamos a la plaza Eidsvolls donde están el Parlamento y el Teatro Nacional, uno de los lugares favoritos de los habitantes de Oslo por ser una zona tranquila, con verdes parterres y agradables sombras.
No podemos olvidar el Grand Hotel, el hotel con más solera de Oslo construido en 1870 con uno de los cafés y terrazas más concurridos de la ciudad y del que es imposible no pararse a contemplar.
Dimos una vuelta, por el parque que está justo enfrente para tomar algo fresquito y entretenernos con su curiosa fuente.
Tampoco nos podíamos ir de Oslo, sin visitar la Galería Nacional que contiene la principal colección de arte de pintores noruegos y el celebre cuadro de Edward Munch, el Grito.
Y ya de paso… hacer la foto de rigor
De ahí nos bajamos a la zona del puerto, desde donde divisamos la conocida Fortaleza de Akershus, uno de los edificios más antiguos de la ciudad construido en el borde del mar.
Pasamos por el Radhus, un edificio moderno de los años 50 que aparte de desentonar, no es lo que uno espera encontrar como Ayuntamiento de una ciudad. Y la nota de sorpresa fue el Aker Brygge, una zona comercial muy concurrida con tiendas, restaurantes, cafés,… que surgió de la restauración de las casas en la primera línea del puerto.
Por otro lado, siempre había tenido curiosidad por visitar un IceBar. En Barcelona hay uno pero siempre está lleno de “guiris”, así que teniendo en cuenta que en Oslo los “guiris” éramos nosotros, pues por la noche entramos a hacer el freak
Terminaban así nuestras aventuras por Noruega, la tierra de los fiordos. Al día siguiente salía nuestro vuelo de regreso hacía Barcelona tras dos intensas semanas, unas 1200 fotos y 2609 km recorridos, según la factura de nuestro coche de alquiler de Avis.
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