Por fin he “catado” a uno de los grandes de la literatura japonesa: Haruki Murakami. No quise arriesgar y comencé por su obra más conocida, esa que le dio fama internacional, Tokio Blues. Tenemos una novela sobre la vida y la muerte, sobre el amor y el sexo, protagonizada por complejos personajes.
Toru Watanabe se acerca a los cuarenta. Su avión aterriza en Alemania. De fondo suena Norwegian Wood de los Beatles. La canción le trae recuerdos. Se traslada así a finales de la década de los sesenta, cuando tenía veinte años y creía que pasaría el resto de su vida junto a Naoko, la novia de su mejor amigo, Kizuki, un joven que se suicidó sin motivos aparentes.
Pasado un año del trágico suceso, Naoko y Toru W. se encuentran gracias a esas casualidades de la vida. No habían mantenido el trato pues era Kizuki quien los unía. A partir de entonces estrechan su amistad y juntos tratan de superar el pasado.
No será fácil. ¿Surgirá el amor? Por una parte sí, Watanabe siempre la ha querido y nunca la ha olvidado pero ella no deja ir a Kizuki. A pesar del tiempo transcurrido, él está muy presente en el día a día. Al morir se llevó consigo una parte muy importante de la vida de ambos.
Naoko no ha superado su fallecimiento y aunque ahora cuenta con el gran apoyo de nuestro protagonista, algo no va bien y la cosa parece ir de mal en peor. Así, ingresará en un centro especial para tratar de curar sus heridas. ¿La esperará Toru? ¿Logrará superar sus miedos y enfrentarse a la muerte de su novio?.
Hasta el momento, Watanabe desde que murió Kizuki ha ido de flor en flor sin embargo, el reencuentro con la joven cambiará su rumbo. Además, conocerá a otra mujer que será muy importante, Midori, y a otra más que le orientará y le ayudará con sus consejos a elegir un camino: Reiko.
También nos encontramos con dos personajes varones que no tienen desperdicio. Por un lado, el compañero de piso del protagonista, alias Tropa de Asalto, y, por el otro, Nagasawa, el amigo tengo-novia-pero-me-da-igual-y-hago-lo-que-me-da-la-gana. Sí, un buen “personaje”. Tiene siempre una respuesta para todo y no siente ningún tipo de remordimiento por ser infiel.
Tokio Blues es un canto a la vida más que a la muerte, bajo mi punto de vista, aunque la segunda está muy presente en sus cerca de cuatrocientas páginas. Hay sexo sí, pero también amor como ya os he revelado en el primer párrafo de la reseña.
La obra está narrada en primera persona lo que nos acerca más a los sentimientos y emociones que uno puede sentir cuando fallece alguien a quien se quiere. Los personajes son complejos. ¿Qué lleva a una persona aparentemente feliz a quitarse la vida? La respuesta no es sencilla.
Otro interrogante que se plantea el protagonista es si se opone la muerte a la vida o forma parte de ella. Como Watanabe, creo que la muerte está incluida en nuestras vidas. Es inevitable. En palabras suyas: “Es una realidad. Mientras vivimos, vamos criando la muerte al mismo tiempo. Pero ésta es sólo una parte de la verdad que debemos conocer (…) El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza (…) Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso”.
El que acabáis de leer es uno de los párrafos que más me ha gustado. De hecho, el libro está repleto de post it de colores que señalan aquellas hojas en las que hay alguna frase que merece la pena. La prosa sin duda es buena. A Haruki Murakami le gusta la filosofía y se nota. La trama avanza despacio, sin prisa pero sin pausa. De este modo, cuando pierde el ritmo el escritor incluye frases cortas, contundentes, que te animan a seguir leyendo.
Los diálogos son buenos y la pluma es irónica en ciertos momentos. Mientras lo devoraba se me ha escapado alguna que otra sonrisa que contrastaba con la tristeza de la historia y es que,es un drama y en toda regla. El final me ha gustado pero he echado de menos algún que otro párrafo que me aclarase qué había sido del protagonista veinte años después, pues no te habla nada del presente sino que todo es un viaje al pasado.
Está claro que repetiré con el autor aunque aún no sé por cuál de sus obras continuar. ¿Alguna sugerencia devoradores? ¡Hasta la próxima! :D
Propina virtual: Canción que da vida al título del post y a gran parte de la obra. El tráiler de la adaptación cinematográfica no lo he localizado aunque su estreno parece estar previsto para finales de año.
Agradecimientos Tusquets Editores