Revista Cultura y Ocio

Nos comemos una vaca

Por Aceituno
Daniel Ramos

Debo mantener el equilibrio. He de permanecer en pie cueste lo que cueste. Aunque aparezcan dolores nuevos y los dolores viejos se vuelvan a manifestar, aunque las sensaciones sigan siendo extrañas y feas necesito que me vean entero y en mi sitio. No me consuela tanta sinceridad. Lo único que me consuela es la salud y de eso no venden en los mercados. Además ya no les quedan pócimas mágicas a las brujas ni sangre fresca a los vampiros. Ha llegado el momento en que los científicos se encogen de hombros y arrugan un poco los labios. No lo dicen con palabras, pero yo sé lo que piensan: “estás jodido, chaval”.

No son malos ni brutos. Simplemente les han enseñado a pensar de esa forma llegado un punto. Ese punto en que el sueño vence a la luz y los maliciosos tinieblos salen de sus guaridas para hacerse cargo de lo poco que va quedando de mí. Si estoy en sus manos es porque la cosa ya va cuesta abajo, porque cada vez quedan menos argumentos para seguir luchando y porque se van cumpliendo, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, los peores presagios.

Hasta ahora los tinieblos vigilaban todo desde lejos, esperando el momento clave para salir. No son amigos de dejarse ver desde el principio porque el factor sorpresa es fundamental, así que suelen esperar agazapados hasta que detectan las primeras luces negras. Entonces sienten que ha llegado su turno y comienzan a adueñarse poco a poco de la situación. No sé muy bien cuál es su propósito, pero intuyo que tiene que ver con la destrucción total, cuerpo y alma. Arrasan con todo para dejar espacio en el universo. Siempre hace falta espacio para los nuevos seres.

La imagen de hoy no es más que una corteza de árbol con los colores saturados, quién lo iba a decir ¿verdad? Yo, por mi parte siento que todavía no ha llegado el momento de las despedidas. Intuyo que a los tinieblos les falta mucho por hacer aunque ya hayan comenzado su labor. Sé positivamente que les puedo dar mucha guerra y no pienso bajar los brazos. Debo mantener el equilibrio. He de permanecer en pie cueste lo que cueste. Aunque aparezcan dolores nuevos y los dolores viejos se vuelvan a manifestar, aunque las sensaciones sigan siendo extrañas y feas necesito que me vean entero y en mi sitio.

Si falta espacio en el universo mejor nos comemos una vaca.


Nos comemos una vaca

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