Buscando información relacionada con el tacto para este mes que estamos con #tactoBebé como parte de nuestra serie #sentidosBebé, me acordé de nuestras amigas del Centro Ohana ya que entre muchas de las actividades que desarrollan están los talleres de masajes y estimulación sensorial para bebés… decidí escribirles para que fueran autoras invitadas de nuestro Blog… Mirar la maravilla de post que nos han escrito, todo un lujo! no perdáis detalle que es verdaderamente interesante.
NOS CONOCEMOS A TRAVÉS DEL TACTO
Uno de los primeros sentidos que un bebé desarrolla dentro del vientre materno es el tacto. Por ello cuando nacen podemos considerar al tacto como un medio de comunicación con el mundo que ya conocen. Es por tanto una fuente de conocimiento ya desde antes de nacer.
Decía el doctor Frederick Leboyer: “El tacto es el primer lenguaje. Una piel habla con la otra piel y de la piel se derivan todos los demás órganos sensitivos. Y éstos a su vez son como ventanas en la pared de la piel, que nos encierra y separa del mundo. La piel del recién nacido tiene una inteligencia y una sensibilidad inimaginables”.
El contacto piel con piel permite conocer al bebé de una manera distinta, ayuda a forjar vínculos de confianza y seguridad con él que serán muy importantes para su desarrollo futuro. Acariciar, abrazar, masajear al bebé, en definitiva mantener contacto físico y emplear el tacto como medio para conseguirlo es una necesidad básica de los bebés. Y como necesidad básica que es debe cubrirse de la mejor manera posible. Porque el bebé no solo se nutre de comida, sino que necesita también amor y cariño que le proporcione seguridad y acogida emocional para ayudarle a crecer de forma armónica.
El tacto es un poderoso medio que permite favorecer el desarrollo fisiológico, psicológico y emocional del bebé. Pero no es solo beneficioso para el bebé que recibe la caricia, el masaje o el abrazo, sino también para los padres y madres y/o personas más cercanas a él, estimulando y fortaleciendo los vínculos afectivos y la escucha mutua.
La piel es el órgano que se pone al servicio del sentido del tacto para conocer al bebé cuando le estamos tocando. Es la parte más externa de nuestro sistema nervioso central, está compuesta por más de un millón de fibras sensitivas que penetran desde la piel hasta la médula espinal. Las yemas de nuestros dedos contienen alrededor de 3000 receptores, que nos permiten entrar en contacto con la piel del bebé de una manera sensible y agradable.
Necesidades básicas como son el calor, el apego, el soporte, la contención, las sensaciones quinestésicas, las descargas de energía o el amor pueden cubrirse a través de la piel y del tacto. Pero no solo se cubren dichas necesidades, sino que a través del contacto piel con piel establecemos una comunicación con el bebé, le comunicamos nuestro estado emocional, seguridad, intranquilidad,… además acompañamos esta comunicación a través de la piel con otras formas de comunicación (la mirada, las palabras, las sonrisas…). Toda esta información que transmitimos al bebé es primordial para su relación con el entorno que le rodea.