España: una nación diversa que no se conoce a sí misma
En España en los últimos años hemos visto como millones de catalanes sentían la necesidad de iniciar un camino distinto al del resto de los españoles. Los partidos políticos independentistas han aprovechado el desconcierto y el enfado de la gente para crear un proyecto de ruptura. Mientras tanto, en no pocos sectores de la sociedad española se miraba con recelo el proceso, o cuando no se hacía con ira, sintiendo que aquellos catalanes eran enemigos de España. Estos sentimientos también se podían dar entre la masa de gente que quería la independencia en Cataluña, con respecto al resto de España. Era una especie de ruptura emocional y cultural entre “dos Españas”. Pero, ¿realmente es así? ¿Hay dos formas de considerar a esta nación? ¿O hay muchas más? Esta reflexión me lleva a pensar que en nuestra historia reciente de democracia no se ha hecho lo suficiente por cohesionar una nación con distintas culturas e identidades. Nos hemos dejado llevar por los tópicos. No sabemos cómo son nuestros vecinos, y nuestra ignorancia nos hace albergar prejuicios. ¿Quién no ha oído alguna vez quejarse de que en Cataluña la gente hablara en catalán? ¿Habrá catalanes que hablen su lengua para diferenciarse del resto de los españoles?
La Constitución Española establece que el patrimonio lingüístico de nuestro país debe ser objeto de respeto y protección. Quiero detenerme aquí. Dice la C.E.: “La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”. Esto quiere decir que España, nuestra nación, tiene un rico patrimonio cultural y lingüístico. Es decir, que el catalán, el euskera, el gallego y cuantas otras lenguas, es patrimonio de todos los ciudadanos de este país. ¿Y por qué no se hace más por ellas? ¿Por qué en un colegio de Extremadura no se enseñan estas lenguas? ¿Por qué en los colegios de Cataluña o el País Vasco no se enseñan las tradiciones culturales de Murcia, Canarias o Galicia? Me explico, ¿no?
En nuestro país no conocemos a nuestros vecinos. Soy canario, y de Canarias se piensa que vivimos en una primavera eterna, cosa que no es una verdad absoluta. Este es un tópico extendido, pero va muchos más allá. Muchas veces nos encontramos en prensa titulares o artículos en donde los autores no saben diferenciar una isla canaria de otra. He leído cientos de veces referirse a la isla de El Hierro como Hierro. Pero también me puede pasar a mí con respecto al nombre de los pueblos de Murcia o de Aragón. Esto se debe, en mi opinión, a esa nula educación cultural que tenemos de toda España, en su conjunto, y con sus diversidades. Esas diversidades son las que hacen que seamos (o podamos ser) una nación rica, culturalmente hablando. Pero como sabemos ya, en estos 40 años de Estado autonómico descentralizado, cada uno mira por sus intereses. Hoy en día sería muy difícil que un niño o una niña andaluza estudie vasco, catalán o gallego (o la lengua española que sea). Así vamos construyendo muros culturales. Poco a poco esos muros se convierten en prejuicios que llevan a miles de catalanes a querer marcharse para crear su propio Estado. Dudo mucho que en Cataluña se haya construido una realidad cultural diversa, fomentando el conocimiento de las otras realidades de España. Y así estamos ahora. Creo que si se fomentara la cultura diversa de nuestro país, y no solo la propia, no llegaríamos a estos conflictos. Es como si todos creyéramos vivir en una nación propia, diferenciados de los demás, y no vemos la realidad. Convivimos en un mismo Estado construido sobre una nación diversa. Y si no lo conocemos y valoramos, nuestro futuro siempre estará en conflicto permanente.