Revista Creaciones

Nos estamos comiendo el planeta

Por Chio Rocío Moreno @RocioMorenoKiss

Te confesaré una cosa: no soy muy buena recordando fórmulas. Ni versos. Ni tan siquiera pasajes, textos o frases hechas. Pero (deduzco que por esto de compensar) mis genes y mi generosa mente me ofrecieron como alternativas una buena orientación y la posibilidad de identificar lugares e imágenes con cierta facilidad. Quiero entender que las pequeñas virtudes siempre se sostienen con una buena explicación, que en mi caso empieza con un: “Érase que se era una Rocío minúscula, casi insustantiva, pues prácticamente no levantaba un palmo del suelo…”

Y es que cuando aún era bambina y no entendía esos discursos que salían por televisión, desarrollé dos cosas que al ir creciendo han sido mis salvavidas: la imaginación y una buena memoria fotográfica. Mis pupilas se dilataban si en aquella chispeante cajita (tonta) asomaba algo que me dejara catatónica unos segundos. De hecho, había momentos en los que de nuestra Philips sin mando a distancia salían imágenes realmente maravillosas. Las más hermosas que recuerdo, son las que dejó caer en mi retina el astrónomo, astrofísico, cosmólogo, escritor y divulgador científico, Carl Sagan. Gracias a él, el Universo se concentraba en mi salón una vez a la semana, durante trece capítulos diferentes y con los acordes de Vangelis como toques maestros. Aquel descubrimiento se llamaba “COSMOS”… Y para mi fue Gloria bendita.

Lo sublime de la serie no era la manera en que se narraban las historias o cómo empleaban maquetas a escala para explicar lo más inverosímil… Ni tan siquiera el modo en que Carl desarrollaba sus teorías. No. La obra de arte se creaba en tanto que te hacía sentir pequeño y grande a la vez; generador del caos, pero también del cambio; voayeur de un Universo abierto, expansivo y vitalmente colorista. Para mi era como observarnos a nosotros mismos desde un macroplano realmente gigante donde, en función de cómo jugaras las cartas, perdías o ganabas aquello que habías apostado. 

Esa idea de que el efecto mariposa es real o que un gesto ahora puede remover pasado, futuro y quién sabe qué más, es la que hoy me mueve a hablar de Gaia.

Mamá Tierra.

El Planeta Azul, índigo, transparente…

De este mundo generoso que se crea y recrea mientras nosotros nos empeñamos en destruirnos, en fabricar pozos sin fondo y alimentar el aire de lo más tóxico que existe: nuestros propios miedos. Porque, no nos engañemos: la vida en la Tierra seguirá de un modo u otro, con o sin nosotros. Ella es la que ofrece y nosotros quienes tomamos prestado. Por tanto lo que está en juego no es el bienestar global, sino el aire que tiene que seguir entrando en los pulmones. Nuestros pulmones.

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[Te recomiendo que veas los vídeos de #NatureIsSpeaking, una campaña brutal y conmovedora en la que famosos de la talla de Julia Robert, Harrison Ford, Kevin Spacey, Edward Norton, Penélope Cruz o Robert Redford han prestado sus voces].

No quiero sonar pesimista… Ya sabes que en este blog no queremos ningún tipo de relación con ese sentimiento denso y feote. Pero hay que ser realistas. Y la realidad es que tenemos que aprender a alimentarnos sin descuidar nuestro entorno porque, literalmente, nos estamos comiendo el planeta.

No sé si sabes que la producción y distribución de alimentos son uno de los principales factores que provocan el CAMBIO CLIMÁTICO. ¿Asombrado? Pues hay más: son la causa de la pérdida de la biodiversidad y destrucción de los hábitats. Parte de los terrenos que ahora se emplean en el cultivo era el hogar de vida salvaje. Tal cual. Para que te hagas una idea, entre 1990 y 2008 hemos perdido un área de bosques equivalente al doble del tamaño de Bélgica. Y me refiero solamente a Europa.

Nuestra dieta igualmente está llena de paradojas. La más obvia es que si todo el mundo consumiera como un europeo medio, necesitaríamos 2,6 planetas para satisfacer nuestra demanda de recursos naturales. Igualmente, 842 millones de personas (datos de la FAO) sufren malnutrición crónica. El hambre, la pobreza empuja a la vez a realizar un uso insostenible de esos mismos recursos para sobrevivir. Y esto puede llevar a una espiral sin límite donde las necesidades y la falta de recursos se retroalimenten de continuo.

Por si esto fuera poco (que no lo es en absoluto) y en necesaria armonía con lo que acabo de decir, el 12% de la población mundial sufre malnutrición mientras que más de 1.400 millones de personas padecen sobrepeso. La globalización de la alimentación occidental (consumo excesivo de carne, lácteos, grasas, sales y azúcares) han disparado entre otras cosas los casos de diabetes tipo 2.

Ahora viene la parte bonita. La interesante. Esa que indica que (aún) el proceso se puede revertir. Cambiar algunos hábitos alimentarios es un modo sencillo de reducir nuestro impacto sobre el medio ambiente y, al mismo tiempo, tener una vida más saludable.

Con esta idea la Unión Europea, “Friends of Europe” y WWF ha puesto en marcha el PROYECTO LIVEWELL (www.wwf.es/livewell) , donde se dan las pautas e ideas para desarrollar un equilibrio lógico y sostenible.

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Los 6 principios del LiveWell

El proyecto LiveWell busca promover el debate sobre el impacto ambiental de nuestra alimentación, y fomentar una dieta más sana, sostenible y baja en carbono entre los europeos. Estas son las 6 sencillas reglas de LiveWell con las que llevar una dieta más beneficiosa para nosotros y para el planeta.

  1. Come más vegetales – disfruta de la fruta y las verduras
  2. Come diverso – alégrate la vista con un plato variado y colorido
  3. Aprovecha mejor la comida – un tercio de la comida que se produce en el mundo acaba en la basura
  4. Come menos carne – prueba otras fuentes de proteínas. Además, la carne puede ser un complemento al plato en vez del ingrediente principal.
  5. Come menos alimentos procesados – suelen consumir más recursos para su producción y contener niveles altos de azúcar, grasas y sal.
  6. Compra alimentos certificados – como el MSC para el pescado, los procedentes de agricultura ecológica o la ganadería extensiva.

Algunas recetas LiveWell

AGUACHILE DE PAMPLINAS Y ESCAROLA CON FLORES DE CULTIVO (Rodrigo de la Calle)

 / ©: The Bridge

Ingredientes: (1 Ración) 30 gr. Frisse
5 gr. mezcla de flores
2 gr. cebollino
15 gr. aguachile
20 gr. jugo de lombarda
20 gr. granadas
5 gr. rabanitos
5 gr. chalotasElaboración:
Poner a remojar el frisse en agua la noche anterior.
Escurrir bien y poner en un plato con las granadas, los pétalos, el cebollino y el aliño de aguachile.
Acabado y presentación:
En un plato transparente, colocar la escarola aliñada y servir en mesa el jugo de lombarda.

CARPACCIO DE CALABACÍN (Samantha Vallejo-Nágera)

 / ©: bocadosdecielo
Ingredientes para 4 personas

3 calabacines de tamaño pequeño
100 g de queso parmesano en taco
100 g de pasas de Corinto
100 g de piñones tostados
Aceite de oliva virgen
Vinagre de Módena
Sal y pimienta Preparación

Lavar los calabacines con agua fría.
Laminar con una mandolina los calabacines en rodajas redondas de modo que queden muy finos. Reservar.
Si no tienes mandolina, puedes hacerlo con un cuchillo, pero tienen que quedar muy finitas.
Laminar el queso parmesano con un pelador de patatas y reservar.
Hacer una vinagreta con aceite de oliva, vinagre de Módena, sal y pimienta. Emulsionarla bien con las varillas.
Disponer en un plato las láminas de calabacín y agregar la vinagreta.
Poner encima las lascas de parmesano, las pasas y los piñones tostados y agregar un poco más de vinagreta.

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