Nos hemos acostumbrado a medir nuestro estado de bienestar, nuestro éxito, sólo por la cantidad de cosas que poseemos, por el dinero que tenemos: por lo material. Es un verdadero error, un auténtico disparate. Debemos medir nuestro bienestar por nuestras relaciones con los demás, por lo que somos capaces de dar, por nuestra sabiduría, por ese entorno que nos acompaña, por lo que nos aporta un crecimiento espiritual, por tener la posibilidad de despertar cada día y dar gracias por ello... es lo que nos llevaremos, lo material igual que viene se va.