Revista Política

Nos mintieron

Publicado el 03 abril 2013 por Siempreenmedio @Siempreblog

 

portada clarin

Aún recuerdo los programas de televisión en los que la gente donaba sus pertenencias para los soldados que iban a luchar en Malvinas. Pero no puedo borrar de mi cabeza un matrimonio de ancianos que dio lo único y más valioso que tenía: sus alianzas. Ese año ni siquiera festejé mi cumpleaños porque coincidió justo con el inicio de la guerra.

Fue un drama que se sintió años después. En ese momento, el gobierno militar nos dijo que íbamos ganando la guerra hasta que fue difícil ocultar que nos pasaban por encima.

Reaccionamos tarde. Y hay secuelas que, desgraciadamente, ya no se borran. Es imposible. Como el estruendo de los cañones que a más de un soldado todavía le martillan la cabeza y le impide dormir por las noches.

No podemos olvidar a un gobierno que mintió y que nos hizo creer que Argentina ganaría la guerra y que podíamos recuperar las Malvinas sin derramar sangre. Nada más lejos de lo que ocurrió. Hoy, 31 años después, Cristina Fernández de Kirchner parece no haber aprendido la lección y se empecina en recuperar unas islas que ya no pertenecen a su país. Reglas de la diplomacia. Nos guste o no, Gran Bretaña ganó la guerra.

Pero nada resume mejor la tragedia de Malvinas que este maravilloso relato de Jorge Luis Borges.

Juan López y John Ward

Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en
distintos países, cada uno provisto de lealtades,
de queridas memorias, de un pasado
sin duda heroico, de derechos, de agravios,
de una mitología peculiar, de próceres de
bronce, de aniversarios, de demagogos y de
símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos,
auspiciaba las guerras.

López había nacido en la ciudad junto al
río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad
por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer
el Quijote.

El otro profesaba el amor de Conrad, que
le había sido revelado en un aula
de la calle Viamonte.

Hubieran sido amigos, pero se vieron
una sola vez cara a cara, en unas
islas demasiado famosas, y cada
uno de los dos fue Caín,
y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos. La nieve
y la corrupción los conocen.

El hecho que refiero pasó en
un tiempo que no podemos entender.

Jorge Luis Borges, 1985

 


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