Ños, qué miedo

Ños, qué miedo

16 noviembre 2013 por JLeoncioG

Cuinpar me prestó la foto

Cristina Fernández Cubas es una escritora catalana que, a mi juicio, deja bien alto el pabellón de los cuentistas contemporáneos que coquetean con el mundo fantástico. En sus relatos hay presencias inquietantes, personajes que se esconden en altillos o sombras que descorren pasillos. En fin, que su literatura alimenta esos miedos tan placenteros que sabemos agradecer los que nos gusta el género. El mes de diciembre la entrevistaré en Fuerteventura, en un acto público en el que departiremos un rato. Le preguntaré en qué se inspira -cómo no, no hay periodista que se precie que no pregunte esto- y a qué le tiene miedo de verdad. Si ella me lo pregunta a mi, esto último, le diré que a mi me dan miedo muchas cosas: la soledad, el dolor, la angustia o la incertidumbre. Pero que hace algunos días que hay algo que me da mucho más miedo, pavor diría. Y que se trata del anuncio de la Lotería de Navidad.

Un director de cine, que dicen que es bueno, ha pergeñado este fantástico cortometraje. Impagable. Hasta el perro de casa se tapó el hocico el otro día cuando estábamos frente a la tele, tranquilamente, y salió, entre zaping y zaping, Montserrat Caballé con los ojos como platos, que parecía que se había mandado todas las pirulas de la extinta ruta del bacalao. Ni qué decir tiene de la posición zombi del cierre de Raphael dándolo todo. O la sobrehumana aparición de una encartonada Marta Sánchez. Bustamante y Niña Pastori parecen más normales, pero me temo que si el spot dura cinco o seis minutos más serían los candidatos ideales a ser engullidos sin temor por los otros tres entes malignos.

Me pregunto, por último,  a qué creativo de publicidad se le ocurrió darle ese tinte dorado a las apergaminadas pieles de los protagonistas, y sobre todo quién los eligió. Hizo un trabajo excelso, pero para una peli de terror, y no para motivar a nadie a participar en ese juego tan entrañable. Le preguntaré a Fernández Cubas si ella ha tenido algo que ver en esto. Y es que en España, para asustar estamos sobrados, no hay más que ver a los ministros, o a Rita Barberá.