El Russian Imperial Ballet está de gira por Nueva Zelanda y, en su única visita a Dunedin, representaron “El lago de los cisnes”. Marina, mujer previsora, compró entradas en julio y me las regaló por mi cumpleaños.
Así que el 27 de noviembre cogimos el coche y condujimos hasta Dunedin, capital de la región de Otago en la que ya habíamos estado hace un par de años (cuando fuimos a la fábrica de chocolate de Cadbury).El ballet estuvo muy bien. Es espectacular como se mueven los bailarines y las bailarinas. Cuando los bailarines principales hacen sus “solos” impresiona ver la fluidez y elegancia con la que son capaces de hacer movimientos complejos que requieren mucha fuerza y equilibrio, pero cuando es la compañía entera la que está en el escenario lo que impresiona es el nivel de coordinación que tienen. Increíble. En cuanto al público, un poco tontos la verdad. No sé yo si es que nos estamos haciendo intolerantes viejos gruñones, pero que durante la representación sonasen teléfonos móviles en varias ocasiones nos resultó molesto.El resto del tiempo lo dedicamos a pasear por la ciudad, ir a una galería de arte y, lo más importante, ir a nuestros súper mercados favoritos: Pack’n’Save y The Warehouse. También fuimos a desayunar al Ironic Café, que le quitó el premio de Cafetería del Año a Jester House en 2014. La verdad es que tienen el premio bien merecido, pero nosotros seguimos prefiriendo Jester House.
Otra de las cosas que hicimos en Dunedin, al disponernos a volver a Queenstown, fue dejar mis gafas graduadas en el techo del coche, por fuera. Así que llevo ya dos semanas como Palomino, con gafas de sol incluso de noche (suerte que tengo gafas de sol graduadas). Suerte que tengo unos padres que me quieren y que me han enviado otro par por correo. Enrique & MarinaEnglish versionGOING TO THE BALLET IN DUNEDIN
The Imperial Russian Ballet is on New Zealand tour performing the Swan Lake and playing just once Dunedin. I got two tickets in July, gave them to Enrique for his 28th birthday in August but still the event wasn’t taking place until November.After a few months of waiting, on the 27th of November we drove our Hyundai to Otago’s capital and the chocolate capital of the country, since the Cadbury factory (which we visited a couple of years ago in our first ever visit to New Zealand) is there.
The ballet was unbelievable. The movements that the dancers make are impressive. When the main ballerinas perform solo their movements flow gracefully even when doing complex movements that require a lot of strength and good valance. And when it’s the whole group dancing you would think it’s an only living form moving because this is how well coordinated they move. Seriously amazing.Just a little complaint about the public attending… We may be getting old and grumpy but during the act we heard a few annoying phones ringing. Really? That did bothered us a bit.We spent the rest of our time in Dunedin wandering around the city under the rain and, the most important part, going to our favourite shops: Pack’n’Save y The Warehouse. The gardening section of the Dunedin Warehouse is incredible and we wanted to buy every single plant we were missing in our gardens. Also, we went for breakfast to the Ironic Café which won the New Zealand Café award on 2014. They are really worth the prize since the place and their menu are very very good but we still like Jester House better.
And, the last thing we decided to do in Dunedin just before heading to Queenstown was leaving Enrique’s glasses on the car’s roof, outside. So he’s been about two weeks like the Men In Black wearing dark glasses even at night because they’re his only prescription lenses left. Luckily, his caring parents sent him a new pair of exactly the same glasses and it should be here soon. Enrique & Marina