Revista Cultura y Ocio

Nos vemos en el museo, de Anne Youngson

Publicado el 19 marzo 2020 por Goizeder Lamariano Martín
Nos vemos en el museo, de Anne Youngson
Había visto alguna reseña de Nos vemos en el museo, primera novela de la escritora inglesa Anne Youngson y me pareció que podía gustarme. El jueves pasado, a media tarde, nada más enterarnos de que cerraban los centros educativos de nuestra Comunidad, Blocion y yo fuimos a hacer compra y después a por las provisiones importantes para encerrarnos en casa: libros. 
El supermercado fue una locura, faltaban muchas cosas y estaba hasta arriba de gente. Pero la biblioteca tampoco se quedaba atrás. Muchos lectores estaban haciendo acopio de libros para intentar pasar el encierro forzoso en casa de la mejor forma posible.  Aproveché el viaje para coger dos libros que tenía reservados y, de paso, le eché un vistazo a la estantería de novedades, donde esta novela me hizo ojitos y me la llevé a casa. Iba preparada con mi carné y los de los peques, pero no hizo falta, porque como era el último día que las bibliotecas estaban abiertas, en vez de tres libros por carné dejaban coger cinco.  Tengo la manía de leer la portada, la contraportada, las solapas, los agradecimientos y las notas de los autores antes de empezar cualquier lectura. Y con esta me llevé la sorpresa de enterarme de que su autora la escribió a los 70 añosNo suelo leer género epistolar. Si no recuerdo mal, solo he leído el gran 84, Charing Cross Road, y la verdad es que ambas novelas me han hecho disfrutar muchísimo.  Tina Hopgood es una granjera inglesa que vive en East Anglia, una mujer entregada a su granja y, sobre todo, a su familia. Su marido, Edward, y sus hijos, Tam, Andrew y Anna. Es una mujer abnegada, que no concibe otra vida más que la que le ha tocado vivir. Pero tras la muerte de Bella, su mejor y única amiga, comienza a hacerse preguntas.  La principal, cuándo se atreverá a viajar al Museo de Silkebork (Dinamarca) a ver al Hombre de Tollund, un hombre que vivió en la Edad del Hierro y del que únicamente se conserva su cabeza. Iba a hacer ese viaje con Bella, pero nunca encontraron el momento o el valor, y ahora ya nunca será posible.  La novela comienza con la carta que Tina escribe al profesor P.V. Glob, conservador del museo arqueológico. Tengo que reconocer que el comienzo del libro se me hizo un poco pesado, lento y hasta aburrido. Nunca me ha interesado la Historia, mucho menos la Edad del Hierro, y tanto hablar del Hombre de Tollund y de yacimientos arqueológicos hizo que estuviese a punto de abandonar la lectura. Menos mal que al final no lo hice.  Como el profesor falleció en 1985, es Anders Larsen quien contesta la carta de Tina. Y, poco a poco, carta a carta, comienzan a hablar de sus vidas, de sus preocupaciones, sus miedos, sus pensamientos. Y, aunque nunca se han visto, ni han hablado por teléfono, van convirtiéndose en amigos. Anders se ha quedado viudo, ya que su mujer, Birgitt, falleció. Y sus dos hijos, Erik y Karin, viven en otra ciudad y casi no los ve. Vive por y para su trabajo. Obsesionado con el orden, la clasificación y la conservación de los objetos. Obsesionado con el pasado, sin prestar atención al presente y sin ilusión ni esperanza en el futuro. Está resignado. No le gusta su vida. Pero tampoco tiene intención de cambiarla.  Los dos protagonistas sienten insatisfacción, inquietud, duda. Pero no se atreven a dar un paso para cambiar sus vidas porque ni siquiera saben hacia dónde deben avanzar. Compartiendo los acontecimientos de sus familias, los pequeños y los grandes hechos del día a día, poco a poco sus temas de conversación se vuelven cada vez más íntimos, más emocionales y personales. Y casi sin darse cuenta se ayudarán uno a otro a encontrar el camino que quieren emprender. Porque nunca nada es tan inamovible que no se pueda cambiar. 
Ambos cambian las renuncias, el sufrimiento, las dudas por la ilusión, la alegría y la amistad. Tanto Tina como Anders han vivido ya mucho más de lo que les queda por vivir. Pero los sentimientos y las reflexiones que comparten durante dieciséis meses a través de las cartas les hacen comprender que en la vida siempre puede haber un segundo examen a la mata de frambuesas. 
Huyendo de tópicos, esta novela epistolar resulta pausada, dulce, cercana, cálida, acogedora, hogareña, reconfortante. Justo lo que necesitamos en estos días de tanta incertidumbre. Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí

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