Imagen: Filmin
Nos vigilan. Todos lo sabemos, pero hacemos como que eso no va con nosotros. Es como quien se pone al volante y no se abrocha el cinturón de seguridad, y conduce con la certeza de que controla, de que a él o a ella no le va a pasar nada. Hasta que pasa. Lo vemos todos los días en nuestros sensacionalistas noticieros, ahí donde las verdaderas noticias sí que no pasan (por nuestra pantalla).
Este documental del austriaco Werner Boote (Viena, 1965) nos cuenta con gracia y salero cómo nuestros datos, esos que dejamos constantemente en redes sociales de apariencia inofensiva como Facebook, Twitter o Instagram tienen su cara oculta de la luna, su lado perverso. No se trata tanto de que regalemos nuestros datos a corazón abierto (“publico, luego existo”), sino para qué y por qué o quién van a ser utilizados. De hecho, también cuando hacemos una búsqueda en Google (o en cualquier otro motor de búsqueda) o una compra online (por no hablar del uso que hacemos de las tarjetas de crédito en los cajeros) estamos dando más información de la que imaginamos (preferencias, intereses, ubicaciones, contraseñas, etc.). Incluso nuestras fotos en redes pueden servir para el escaneo de retina… Y a mí todo esto me remite, no puedo evitarlo, a una disyuntiva diaria entre los pros y los contras que, en los últimos meses, no para de traladrarme el cerebro.
A lo largo del film, Boote lanza algunas preguntas tan certeras como: ¿Si un gobierno o empresa nos pidiera indicar constantemente dónde estamos, lo haríamos? No, pero lo hacemos a través de nuestros móviles geolocalizados. ¿Si alguien nos pidiera acceso a nuestros emails o mensajes de WhatsApps se lo daríamos? No, pero Snowden nos contó hace ya un tiempo que esto sucede, lo queramos o no. ¿Son las cámaras de vigilancia una herramienta de protección o una herramienta de control everywhere? “Yo no quiero ser un Hobbit” (jajajaja) ¿Dónde quedan la privacidad y la libertad?
Uno de los entrevistados lanza el aterrador argumento: “Facebook tiene la base de datos más grande judíos en el mundo. ¿Cuándo fue la última vez que se creó una base de datos así? Los intereses cambian, dice otro de los entrevistados. “Los musulmanes no interesaban antes del 11S. Después de los ataques terroristas todos eran sospechosos” y, por lo tanto, objeto de investigación y seguimiento por parte de las autoridades. Ufffff… Parece disparatado, pero la historia, a veces, se repite o se distorsiona o se adapta a los nuevos medios y el peor de los escenarios hace su inesperada llegada.
Los ciudadanos, los gobiernos, las instituciones, los pensadores… todos parecemos ser conscientes de que estamos en la casilla de salida de algo cuyas derivas están por ver. Pero si nos asomamos por la mirilla veremos que el pasillo está oscuro y que alguien debe encender la luz para que podamos ver. Tomar medidas o, al menos, ser más conscientes de nuestras acciones diarias con las nuevas (y no tan nuevas tecnologías) se empieza a imponer como algo necesario. El ojo que todo lo ve puede ser el ojo que todo lo controla. ¡Cuidado!
DOCUMENTAL
“Nos vigilan” I Everything is under control I Alles unter Kontrolle
Werner Boote, 2005.
La puedes encontrar en Filmin.