Todas las tardes/noches me cruzaba con este personaje que trabajaba en un restaurant, vendiendo en la puerta y promocionando los platos y ofertas del restó. Siempre nos saludábamos con un "hey loco, qué hacés?!", "cómo va, viejo?!", "hola locura" y cosas así. Nos conocíamos de saludarnos nomás cuando yo iba o volvía de mi laburo o andaba por el centro paseando, y enseguida la primera impresión que tuve de él es que era una persona muy simpática.
Por esas vueltas de la vida, luego, por intermedio de unos amigos santafesinos en común, nos presentaron (porque no sabíamos ni los nombres: él para mí era un "loco" más, un "viejo" más y un "locura" más de todos los "locos", "viejos" y "locuras" que suelo saludar por las calles).
Martín, su amigo, Matías, Fabio, yo y Emanuel en el muelle de Armaçao, en Buzios
Es muy común aquí en Buzios que uno se cruce con una persona y luego se termine conociendo al poco tiempo con ella, porque es una ciudad pequeña y uno es conocido de alguien y ese alguien lo conoce a uno, y así las relaciones son infinitas.
De este modo, junto a Fabio, mis amigos santafesinos, y otras amigas que hice en Buzios, comenzamos a compartir momentos de buena onda y emoción, como algunos partidos de Argentina en el mundial, aquí en Brasil.
Alentando a la selección en Río de Janeiro
Buenos muchachos....en Copacabana, Río de Janeiro
Con toda la galera de Buzios alentando a la selección en Río de Janeiro
Bastaba un minuto de charla con él para darte cuenta que le gustaba hablar hasta por los codos. No paraba un minuto de charlar y su voz -siempre con disfonía de tanto chamuyo- solo la interrumpía cuando largaba alguna risotada o alguna de sus bromas. Su tonada cordobesa le agregaba simpatía a su natural carisma y así se ganó el cariño de muchos.
La única manera de hacerlo callar era dándole de beber!!
No paraba un minuto de hinchar las pelotas y era un tipo que siempre andaba con buena onda! No recuerdo bien este momento pero seguro alguna maldad me habrá hecho...
Siempre se mantuvo firme en su laburo en el restaurant. Se sentía "en su salsa" invitando gente a sus mesas; y la verdad que lo hacía muy bien! No sé el secreto que utilizaba, pero el tipo metía alemanes, holandeses, brasileros, argentinos, ingleses, gente de todo el mundo al restaurant y él sólo hablaba español, porque hasta su portugués con tonada cordobesa era desastroso! A fuerza de señas y una mezcolanza de idiomas y sonrisas el tipo llenaba el restaurant! La verdad que se llevaba toda mi admiración.
Luego de seis meses en Buzios, hasta lo que sé, su viaje continúa por Colombia junto a Federico y Amira -otra dos grandes personas que conozco- y luego quién sabe por dónde continuará su aventura.
Es siempre un gusto grande conocer gente así. Aquí en Buzios no me alcanzan los dedos de las manos para contar a todas las personas increíbles. Hoy he comenzado a escribir sobre ellas también para de algún modo no olvidarlas y tener un recuerdo porque sé que voy a conocer mucha más gente en el camino y la memoria a veces no siempre me va a jugar una buena pasada.
El camino nos cruzará de nuevo cuando así lo disponga el destino. La verdad que cuando se va gente que quiero me duele un poco y me siento triste. Pero bueno, la verdad que ya estoy acostumbrado a las despedidas pero no por eso me dejan de doler.
Buen viaje y buenas rutas mi amigo! Nos volveremos a ver!
De izquierda a derecha: Carloncho, Pancho, Fabio y yo. La última tarde de Fabio nos fuimos a conocer el mirador de la playa Brava, en Buzios, un lugar in-cre-í-ble!