La Fiebre del Oro y el Destino manifiesto llegan a Costa Rica...

“Beba Oro Cristiano...”
¿Qué es el cuento? ¿Qué es la novela? ¿Se habrán agotado ya los géneros?
Según el narrador guanacasteco Santiago Porras no, porque nos ha sorprendido con una serie de narraciones integradas en una obra que para nosotros es una novela corta que difícilmente supera las cien páginas.
Su corta extensión para mí, es una de sus primeras virtudes. Sin embargo, Santiago no deja santo con cabeza durante su recorrido novelado por una arista de la historia costarricense bastante silenciada.

En su novela, Avancari, Santiago Porras se ocupa de esta sección de la historia patria.
Claro que Ana Yolanda Zúñiga y Sergio Masis ya se habían ocupado del tema e inclusive hubo una puesta en escena, pero hay más espacio para los detalles en la narrativa.

Son muy interesantes los usos que hace el autor del subgénero epistolar, son casi paulinos. Betty, le escribe varias cartas a Mary pero Mary nunca contesta. Betty, Teresa y Mercedes son las únicas mujeres a quienes se les brinda cierto respeto, las demás son como Raquel y Vidas en el Cid, un grupo amorfo cuando no concubinas, famme fatales o prostitutas, víctimas absolutas de un rudo y salvaje entorno machista.
Otro de los narradores testigo-protagonista, es un sencillo minero raso, quien como en la

Una idea genial de Santiago, fue personificar al oro, utilizándolo como uno de los elementos de enlace en la obra. Don Oro o Santo Oro, nos brinda su testimonio a través de toda la historia. Nos conduce al inicio de su creación: Soy polvo de estrellas..., dicho al antiguo Egipto, a la antigua Grecia de visita con el Rey Midas, al continente americano durante la conquista, al lado de los evangelizadores, durante el Gold Rush, por Centroamérica, durante el Destino Manifiesto y el filibusterismo y, finalmente por el neo liberalismo y la globalización.

Es evidente que lo ecológico también aparece y como ingeniero agrónomo graduado del Zamorano, es excelente conocedor de la flora y la fauna de Centro América. Hay partes del libro que se convierten en verdaderos tratados de botánica y zoología: las frutas, el clima, los nombres de los árboles y las características de las maderas, no parecen guardar secreto alguno para él. Mucho de eso lo pone estratégicamente en boca de doña Betty, la mujer usamericana del mandamás, y de manera muy poética.
El libro es un tesoro en cuanto al vocabulario, nos trae a la memoria al Quijote en la parte donde Sancho Panza, es finalmente gobernador de la Ínsula Barataria y hace uso de su refranero para gobernar y juzar. Santiago utiliza los giros y refranes más inauditos que corresponden a esa Costa Rica no tan lejano pero que ya casi no está. Recomiendo el libro a cualquier lector que quiera instruirse en una parte impotente de la historia de Nuestro País, mientras ríe, llora y sienta empatía. Creo que es excelente para los profesores De Educación Ciudadana, Estudios Sociales e Historia para que apartir de él discutir la participación de dirigentes costarricenses como: Braulio Carrillo, Tomás Guardia, Próspero Fernández, Calderón Guardia, José Figueres, Rodrigo Carazo, en asuntos oficiales. También les podrá servir a los profesores de español y de literatura. Otra cosa que no debe pasar inadvertida es la fina, pero finísima ironía, con

que Santiago nos acerca a la idiosincrasia tica.Mi única pregunta es por qué no acercó a los capataces negros al lector parahaber podido
ver otros aspectos de ellos. Aparecen como un grupo uniforme y estereotipado como los soldados alemanes en las películas de guerra de la década de 1960-70. No les conocemos la parte humana. La misma objeción le tiene Chinua Achebe a Joseph Conrad en su Heart of Darkness.
La Coleccionista de Espejos:
Franklyn Perry P