Revista Libros
Lucy, quien maneja la caja y tantas otras cosas en la librería, acepta a veces recomendaciones de lecturas, siempre dependiendo de quien provengan. Tomás, otro dependiente, con claros ánimos educadores le llevó Pedro Páramo. No es posible imaginar los argumentos que habrá expuesto para recomendar la lectura, cabe en cambio suponer que habló entre dientes mientras acomodaba libros. Lucy luchó días enteros con el libro de Rulfo, lo hizo de manera franca. Luego, una vez devuelto el ejemplar, y en medio de alguna conversación, justo cuando no éramos pocos los presentes, soltó su crítica: “ese libro no me gustó, o yo me perdía o el perdido era él. A veces los personajes estaban muertos y a veces los mismos, vivos. Vivían y morían para volver a vivir o morir unas páginas más adelante”.Podrá no haberle gustado, pero dio en el clavo. (pfa)