Ni sabemos cuándo empezó. ¿Cuál fue la primera canción de la historia? Tal vez, el tarareo de uno de esos hombres prehistóricos, fue el primer hit en las listas de éxitos. Aunque hay una supuesta primera canción ya catalogada. La nombro, entre otras cosas, porque está dedicada a la Diosa de los Huertos (Nikkal) . ; – )
En la década de los años 50, en la zona en la que habitaron los Hurritas (Mesopotamia) se encontraron unas tablillas de arcillas en unas excavaciones realizadas en el Palacio Real de Ugarit.
En las tablillas se encontraban unos escritos cuneiformes y se sospechaba que eran composiciones musicales en forma de himnos.
Se calcula que tienen una antigüedad de 3.400 años (1400 aC) y se tratan de unos himno dedicados a la Nikkal, Diosa de los Huertos, cuyo nombre significa “Gran Dama y fructífera” y madre de Yarikh, el Dios de la Luna.
La música, parece ser, siempre ha acompañado al ser humano. Con o sin instrumentos, parece que nuestras neuronas tienen la capacidad y plasticidad suficientes para interpretar las consonancias, las disonancias, los ritmos e incluso, se permiten descartar “pistas” poco utilizadas, para obviar conexiones neuronales y potenciar otras que, al final, configuran nuestro gusto musical.
Dicen que tiene que ver lo que oímos en el útero materno, lo que después ha sonado en nuestras vidas. Lo que aportaron nuestros amigos y/o las pertenencias a grupos sociales. Poco a poco, cada uno ( y sus neuronas) va construyendo su historia musical y se define ( esos descartes neuronales!) claramente.
La música es lo que tiene. Dime lo que escuchas y…
Los psicólogos Peter J. Rentfrow y Samuel D. Gosling, de la Universidad de Texas han demostrado científicamente que las preferencias musicales de cada individuo definen su personalidad. Hace unos años idearon el “Test Corto de las Preferencias Musicales” (STOMP, por sus siglas inglesas) y sometieron a varios centenares de jóvenes a sus preguntas.
Según se deduce de sus resultados, publicados en la revista Journal of Personality and Social Psychology, si usted es amante del blues o del jazz probablemente será una persona lista, imaginativa, tolerante y liberal, además de abierta a nuevas experiencias. Los consumidores de heavy metal coinciden en su elevada inteligencia, pero son además especialmente curiosos, atléticos y habituales “cabecillas” sociales. Extroversión, locuacidad, energía y una elevada autoestima son los rasgos que predominan entre los fans del hip-hop y el funky. Y quienes escuchan las canciones de la popular Madonna, o la banda sonora de Bailando con Lobos, suelen ser sujetos conservadores, adinerados, felices, agradables y, con frecuencia, emocionalmente inestables.
De la revista “Muy interesante” .
La música es tan importante y tan compleja que tiene su propia patología. Hay quien padece un trastorno denominado “Amusia” que inhabilita el reconocimiento de ritmos o melodías. Es decir, la amusia invalida la música. ¿Os podéis imaginar lo que sería vivir sin música?
Esa música que se ha movido a lo largo y ancho del planeta, fusionándose, mezclándose hasta llegar a ofrecer al ser humano, esa paleta inmensa de ritmos y estilos.
Si alguien tiene curiosidad de ver esta infografía en movimiento y ver “El viaje de la música”de 1800 a la actualidad, lo encontraréis aquí.
Curiosidades sobre la música que acaban con una canción. Una de esas que me gusta y que escucho muy a menudo en los últimos tiempos ( a eso lo llaman “infección musical”). Ya veremos cuanto me dura y cuando repito. ; – )No sé qué dirá de mí pero lo que yo puedo decir de ella es que es una versión de Superstition, de Stevie Wonder (1972) interpretada por Macy Gray. La canción habla de las supersticiones ( la rotura de espejos, cruzarse con gatos negros) y queda claro que Stevie no se las creía . Macy, con ese tono gutural y roto ( que me encanta) le da un aire sensual que hace que te olvides de la letra…Es especialmente buena para escribir…
NB : Esto, no he podido evitarlo… ; – )