Carola Chavez.
Ya la muerte de niños palestinos entró en la fase rutinaria que no merece mención en la prensa. Es que las noticias se amontonan y atropellan, sobre todo cuando un periodista estadounidense es decapitado en Iraq por un terrorista del “Estado Islámico” que parece que es inglés y se llama John, cosa aterradora, no tanto por decapitación, porque los “rebeldes” entrenados y financiados por los Estados Unidos y Europa lo venían haciendo en Siria, pero a sirios, y por una buena causa: derrocar a un “tirano” que se empeña en llevarles la contraria. El problema aquí es que el verdugo nació y creció en alguna calle de Londres, y calculan los más optimistas que hay 500 como él, haciendo lo que John hace, y bueno, que a lo mejor les da por volver a casa un día y sálvese quién pueda.
Expertos en montar guerras lejos de sus fronteras configuran un mundo que cada vez se parece más al infierno. Sumando horrores cuando ya creíamos no poder horrorizarnos más. Mientras las noticias dicen y las noticias callan según indique la conveniencia.
Unos policías mataron a un joven negro en Missouri y todo un pueblo gritó su rabia centenaria. Y los medios ni pío porque a un montón de famosos millonarios se les antojó que la filantropía es filmarse mientras les cae un tobo de agua helada en la cabeza. Salvando al mundo a tobazos de agua potable con hielo mientras medio mundo muere de sed. Hasta al genocida Bush le cayó su tobazo como, supongo, tantas otras veces le había caído para despejarle alguna de sus conocidas borracheras. ¡Eso sí es una noticia! Y esperamos el tobazo de Obama para conmovernos todos con el gesto del ilustre Nobel de la paz que entregó 250 millones de dólares a Israel para que pueda seguir matando niños palestinos, para que no crezcan, porque entonces reclamarían sus derechos y los derechos de otros atentan contra los intereses de los Estados Unidos y sus secuaces.
Mediatizados, gringos ahogados de deudas, juegan también con su tobo de agua helada mientras su gobierno sigue inventando guerras de esas en las que pelean sus hijos pobres y en las que solo ganan las corporaciones… Tobazos de agua mientras en cualquier jardín vecino crece John, lleno de resentimiento, jurando que los héroes, tal como aprendió en la tele, son los que más sangre ajena logren derramar.