Me llama la atención el artículo de Rafael Ortega en El Imparcial, Defensa de la vida para todos.
Cuenta inicialmente que:
Esta semana hemos vivido la tragedia de la muerte de una madre, que en su vientre llevaba un niño, que logró sobrevivir unos días, tras una cesárea de urgencia realizada en el cuerpo de la mujer ya fallecida. Ha sido noticia en todos los medios. Ha sido “primera plana” y comentario en todos los ambientes.
Una desgracia que se convirtió en una alegría primera con la salvación del niño, aunque más tarde ha muerto también.
Y termina diciendo:
Hace unos días conversé con un programador de una importante cadena de televisión privada y le felicité por el tratamiento dado a la noticia de la madre fallecida y del nacimiento de su hijo, que hemos comentado.
El directivo me dijo que ese hecho “había vendido mucho”. La respuesta de nuevo me dejó fuera de lugar y pensé que otra vez algo fallaba en esta sociedad nuestra, y le apunté “la necesidad de hablar del número de abortos en España”. Su contestación fue más clara todavía: “eso ni se contempla”.
Entre ambos párrafos, Rafael Ortega habla de los "millares de abortos al año -eso no es noticia-, y miles de píldoras abortivas que se venden en nuestras farmacias todos los fines de semana."
Las noticias sobre la vida y la muerte en televisión, y en cualquier otro soporte, están en razón directa de su posibilidad de tratamiento emocional o truculento y de su consiguiente comercialidad.
Si venden, son políticamente correctas. Es decir, son noticia. Y eso está bien visto y es políticamente correcto, por mucho que hiera la sensibilidad.
Si hablar del aborto no resulta comercial, quizá es porque no resulta políticamente correcto, entonces sucede que no es noticia. También puede ser quizá porque, simplemente, despierta la conciencia.
Todo un criterio acerca del periodismo, del que no se suele hablar ni en las Facultades, ni en las asociaciones profesionales, ni en las redacciones, ni entre los periodistas. Curioso asunto. Me pregunto si el “eso ni se contempla” será, simplemente, ahora que se puede hablar de todo, un caso más de cinismo o de mala conciencia.