Y la catedral no era sólo su compañera, era el universo; mejor dicho, era la Naturaleza en sí misma. Él nunca soñó que había otros setos que las vidrieras en continua floración; otra sombra que la del follaje de piedra siempre en ciernes, lleno de pájaros en los matorrales de los capiteles sajones; otras montañas que las colosales torres de la iglesia; u otros océanos que París rugiendo bajo sus pies.
Víctor Hugo, Nuestra Señora de París, 1831.
Aunque ya lo hemos visitado en otro espacio de nuestro blog, aprovechamos el viaje de nuestro colaborador Sendoa, para reponerlo. Sin lugar a dudas, estamos hablando de uno de los monumentos más populares de la capital francesa, cuya edificación (estilo gótico) se inicia en 1163 y termina en 1345. Como nuevo símbolo de la prosperidad urbana, pese a la poca calidad constructiva del subsuelo, y según diversos autores consultados -obedeciendo a una nueva dignidad creciente en el seno de Francia- surge la Catedral de Notre Dame.
En tiempos del Romanticismo, Victor Hugo escribió (1831) un bonito romance, situando los acontecimientos en este importante edificio, cuya pincelada nos ha servido para abrir hoy este post.
Imagen: Sendoa
Para saber más:
Wikipedia
Sección en "Curiosón": "Cosas para ver-Mundos para compartir"