Lunes 15 de abril de 2019.
Notre Dame de París envuelta en llamas.
Sólo es un poco de humo.
Lo van a apagar.
No puede seguir avanzando.
El fuego la está envolviendo.
Son las 7 y poco y las llamas no paran de alimentarse de ella, de la bella Dama.
Y crecen…
Buscas en todas las redes más imágenes, más vídeos, más perspectivas…
Y ves cómo se quema…
Por fuera y también por dentro.
En un directo, de repente, la flèche s’effondre.
No das crédito. Está pasando.
Notre Dame, a la vez que se enciende, se apaga.
La aguja de la catedral más famosa de Europa se desploma consumida por el fuego.
Hecha cenizas.
En polvo te convertirás.
París y los que te conocemos estamos de duelo.
Los recuerdos parecen avivados por el fuego.
Paz, felicidad, calma, bienestar…
Sentimientos generados en su Parvis.
Emoción, alegría, descubrimiento, curiosidad…
Su interior te empapaba de historia.
Y lo va a seguir haciendo.
Porque vas a resurgir de sus cenizas, bella Dama.
El lunes queda atrás para dejar paso al martes.
La noche trae una buena noticia entre todo este humo.
La estructura del edificio está a salvo.
Vuelves a ver los vídeos y los ves ahí.
Les sapeurs pompiers de Paris.
Los bomberos.
Con dos cojones están ahí subidos.
Poniéndose en peligro por salvar todo lo posible de la bella Dama.
Te preguntas ¿cómo pueden estar ahí?
Están cuidando las torres.
Están refrescando el rosetón.
Que si Trump y los hidroaviones…
¡Qué fácil es dar órdenes desde la ignorancia!
Menos mal que la Dama está en manos de profesionales, de los bomberos.
Renacerás de tus cenizas.
El Sacré Coeur repica sus campanas para hacerte saber que no estás sola.
Todos tus recodos emanan historias.
800 años de historia.
Finalmente, no hay palabras.
Uno de los “lugares” de mi pequeña historia, en llamas.
Primer día que te conocí. 19 de junio de 2017 Última vez que te vi. 23 de julio de 2018