Revista Moda
Han pasado tres años pero sigue siendo el post más especial de este espacio.Que cambie tu imagen, pero no tu esencia.
Vestido/Dress: PoètePelo/Fur: El Corte InglésCinta/Band: AccessorizeAnillo/Ring: Accessorize
Si hay algo intrínseco en ser humano es la búsqueda de la felicidad. Nos pasamos la vida anhelando aquello que nos hará sentir mejor y más dichosos. Unos sueñan con el dinero, otros con un reconocimiento social, la mayoría con una familia sana y una vida lo suficientemente larga como para sentirnos satisfechos y realizados. Pero la felicidad no se da, como se dice, al final del camino, sino que cada día hay algún momento en concreto en el que sonreímos y nos sentimos propiamente felices. En algún punto entre esas veinticuatro horas del día plagadas de trabajo —o de demasiado tiempo libre—, de complicaciones, de días grises como el tiempo o de mañanas pisoteadas por pies izquierdos nos olvidamos de todo y simplemente reímos. Reír es la mejor de las terapias para liberar tensiones, para trabajar cientos de músculos que ni siquiera sabemos que tenemos y para hacer sentir bien al que ríe con nosotros.Pero la felicidad no sólo está en el comentario ingenioso del compañero más divertido de la clase o en despertarnos sintiendo un extraño sosiego. Creo que el bienestar y la armonía que nos proporciona una buena dosis de felicidad se encuentra en detalles tan pequeños como en un tejido que acaricia nuestra piel, en un color que nos favorece y que destaca nuestros mejores rasgos o en un reflejo en el espejo que nos dice “vale, no somos un ángel de Victoria’s Secret pero algún que otro paleta de la obra nos echaría un piropo porque en el mundo real aúnlevantamos pasiones.” Y es que todo esto es lo que nos hace sentir la moda, la armonía entre color, tejido y forma. Eso es lo que sentí haciendo estas fotos y lo que quería transmitir hoy. Un shooting en la playa, un día especialmente nublado y una mar un tanto picada —paisaje no por ello menos idílico—, la mejor de las compañías, un bonito vestido y los complementos perfectos. No recuerdo cuántas veces sonreí a cámara, pero sí la de veces que me reí —risa de la buena, de la que te nace de la boca del estómago— porque se nos tragaban las olas o porque el agua amenazaba con echárseme encima por detrás del espigón. Me sentí feliz acariciando mi vestido, andando descalza por la arena, imaginando el resultado de las fotografías, dejando flotar mi pelo bajo una de mis cintas preferidas y saltando una y otra vez, orilla arriba orilla abajo, para ver si éramos capaces de captar las olas rompiendo contra las rocas. Normalmente no vamos por la vida sintiendo que caminamos sobre una pasarela, que cientos de ojos analizan cómo caminamos o que en cualquier momento podamos ser el objetivo de un cazatalentos que nos vaya a lanzar a la portada de Vogue. Pero sí podemos levantarnos un día a la semana —no os pediré más de momento— pensando que, a nuestra pequeña escala, podemos sentirnos más seguros simplemente cuidando los detalles.Seguramente la sociedad en la que vivimos sea demasiado superficial y dé un valor excesivo a la apariencia externa o al cómo deberíamos ser. Pero, al margen de esta realidad, debemos querernos, gustarnos y cuidar esos pequeños detalles que nos harán sentir mejor. Como un fucsia que sonroja nuestras mejillas o un azul que neutraliza nuestra expresión; o como unos tacones que nos elevan diez centímetros de nuestros problemas o un anillo que, cual amuleto, nos hace sentir bien al llevarlo puesto. O como una buena sesión de fotos, en la que nada se deja al azar: ni el paisaje, ni el peinado, ni los complementos, ni la ropa. [...]
If there is something which is intrinsic to human beings is that we purchase happiness. We spend our live wishing anything that will make us feel better and happier. Some people dream of having money, others dream with social recognition and most of us dream with having a healthy family and a life which can be long enough to feel satisfied and fulfilled. But, as they say, happiness is not just the finish line but the whole track. Every day we will find a particular moment in which to smile and feel happy. Somewhere among these twenty-four hours —which are full of work (or too much spare time), complications, grey days or mornings which star with our left foot— we will find that we can forget it all and just laugh. Laughter is the best therapy to relieve stress, to work out hundreds of muscles that we don’t even know we have and to make happy those who laugh with us. But happiness is not laughing because of a funny joke told by our funniest classmate or waking up one morning feeling calm. I believe that the welfare and the harmony that happiness provides is hidden in the little details, like a fabric which caresses our skin, a color that highlights our best features or an image in the mirror which says: "OK, I’m not a Victoria’s Secret angel but some men in the street would pay me a nice compliment because in the real world I still get them crazy.” And actually Fashion provides us with all this feelings and so does the harmony between color, fabric and shape. This is how I felt taking these photos and that’s what I wanted to convey today. A shooting on the beach, a cloudy day and a rough sea —a landscape which could be considered as idyllic— the best partner, a nice dress and the perfect accessories. I can’t remember how many times I smiled at the camera but I do remember the times I really laughed (I am talking about a real laugh, the one which comes out of your stomach) because we could have been swallowed by the waves or because water threatened to eat me behind the breakwater.I felt happy stroking my dress, walking barefoot, imagining the pictures, leaving my hair floating under one of my favorite bands and jumping over and over to see if we could capture the waves crashing against the rocks. We don’t normally live our life feeling like walking on a catwalk, or as if hundreds of eyes were staring at how we walked, or feeling that at any time we could appear in the cover of Vogue. But we can wake up one day a week —I won’t ask you for more by now—, thinking that in a smaller scale we would feel secure if we paid attention to the little details. I know society is too shallow and it values external appearance too much. But apart from this fact we must love ourselves and take care of these little details that make us feel better. Wearing a pink jacket to blush our cheeks or a nice blue color to neutralize our expression; climbing up a pair of high heels and leaving our problems below or wearing a ring which makes us feel good when we look at it, as if it was a charm. Just like a good photo shoot in which nothing is left to chance: the landscape, the hairstyle, the accessories or the clothing. [...]