Revista Salud y Bienestar
El ojo, como sucede con todo el
organismo, va envejeciendo con los años. El cristalino, lente encargada sobre
todo de asegurar una correcta visión de cerca y buena parte de la de lejos, con
el tiempo va perdiendo flexibilidad. Por ello, es natural que a partir de los
45 años una persona empiece a notar pérdida de visión en distancias cercanas. A
medida que este proceso de degradación avanza, el cristalino también pierde la
capacidad de enfocar con precisión objetos lejanos. Progresivamente irá
aumentando la incapacidad del paciente para ver objetos con claridad a
distancia, acentuándose estas situaciones en visión nocturna o con iluminación
tenue. Para frenar este proceso y mantener una buena salud visual de manera
permanente la solución más novedosa consiste en sustituir el cristalino por una
lente intraocular multifocal, mediante una intervención quirúrgica que dura
entre 10 y 20 minutos y permite que la persona recupere gran parte de
la visión que ha perdido. Gracias a los anillos difractivos, las lentes
intraoculares multifocales permiten a la persona poder ver en distancia
cercana, lejana e intermedia, sin necesidad de gafas. Para ello utiliza la
tecnología apodizada difractiva. Además, la tecnología de lentes asféricas y/o
lentes tóricas, ha permitido ofrecer mayor calidad y claridad de la imagen
también en pacientes con astigmatismo.