Revista Cultura y Ocio
Al adentrarme en la lectura de esta novela, si es que por su corta extensión puede llamarse de este modo, me atenazaba el miedo a lo desconocido. Y es que nunca he jugado al ajedrez, ni siquiera se que como se llaman sus piezas, ni sus movimientos más básicos. Y puede un neófito total abordar una novela en la que el ajedrez es el rey, y no perderse por sus intrincados vericuetos?
Al comenzar a leer me dí cuenta de que si se puede, aunque tan sólo sea porque el ajedrez es una excusa para presentarnos el choque entre dos naturalezas antagónicas, y también porque supone un buen medidor de la capacidad de resistencia del ser humano sometido a una presión inhumana. Zweig hace gala en esta obra de un manejo magistral de la intriga.
Contrariamente a lo que pueda parecer la acción se desarrolla en un viaje en barco, desde Nueva York a Buenos Aires, en el barco viaja el campeón mundial de ajedrez Mirko Czentovic, cuya personalidad atrae a nuestro anónimo narrador. Se tiende a creer que todo campeón de ajedrez es una persona dotada de una gran inteligencia, pero no es el caso de Mirko que consciente de sus carencias suele aislarse de la gente para no dejarlas al descubierto.
Nuestro narrador es una persona persistente y no se le ocurre otra forma de acercarse a él que proponiéndole una partida de ajedrez, que patrocinada por un magnate se celebra, con el resultado esperado. Sin embargo, como no hay una sin dos, ni dos sin tres... aparece en medio de otra partida un personaje misterioso que les salva de la debacle, y que parece tener muchos conocimientos de ajedrez.
El señor B es un noble vienés, su historia la conoceremos de mano de nuestro narrador, sin embargo la cuenta en primera persona este personaje enigmático. Nos adentraremos en el horror nazi, y sobre todo en la capacidad de supervivencia de personas sometidas a presiones inhumanas. Zweig se vuelve a revelar como un gran conocedor de la mente humana. Es la obsesión de nuevo la protagonista de esta novela, una obsesión que apunto estuvo de hacerle perder la cordura y la vida, y que por imprudencia se vuelve a repetir.
Si queréis saber que pasa al bordo del barco y quien gana la partida tendréis que leer un libro tan corto como intenso, 90 páginas que se quedan cortas y que te dejan con ganas de mucho más y es que la maestría de este escritor húngaro para ponernos en las situaciones más extrañas no tiene fin. La mente humana, su funcionamiento, su capacidad de resistencia es algo que parece conocer muy bien Zweig. Si me sorprendió en carta de una desconocida, con su capacidad para ponerse en la piel de una mujer y transmitir sus sentimientos, en esta ocasión me ha sorprendido poniéndose en la piel de una persona tortura psicológicamente por los nazis.
En tan corta extensión hay mención a los libros y este es el fragmento que yo he seleccionado, para intentar haceros la boca agua con esta novelita.
¡Un libro! Hacia cuatro meses que no tenía un libro en las manos y ahora, la sola idea de un libro con palabras alineadas, renglones, páginas y hojas, la sola idea de un libro en el que leer, perseguir y capturar pensamientos nuevos, frescos, diferentes de los míos, pensamientos para distraerse y para atesorarlos en mi cerebro, esa sola idea era capaz de embriagarme y también de serenarme.
La capacidad narrativa de este autor es indiscutible, la delicadeza que imprime en la descripción de los sentimientos sublime, y la elegancia de sus estilo fascinante, con todo ello Zweig es capaz de seducirnos y ganarnos como lector desde la primera linea. Sin duda seguiré adentrandome en la obra de este autor para ver con que me sorprende en mi próxima lectura.