Revista Opinión

Novena a San Antonio de Padua

Por Campblog
Antonio, nombre que tomaría al vestir el hábito franciscano, nació de familia distinguida en Lisboa hacia 1195 y en el bautismo recibió el nombre de Fernando. A la edad de 15 años sufrió una fuerte crisis de pubertad, lo que le movió a vestir el hábito de los Canónigos Regulares de San Agustín en el monasterio de San Vicente de Fora, situado a las afueras de Lisboa.
Un par de años después, para librarse de las visitas de familiares y amigos, que le impedían concentrarse en su vida espiritual, pidió y obtuvo de los superiores el traslado al monasterio de Santa Cruz de Coimbra, que era entonces el centro más famoso de cultura sagrada en el reino lusitano. Allí pasó años decisivos para su formación intelectual al disfrutar de grandes maestros y de una rica biblioteca. A principios de 1220 recibió la ordenación sacerdotal, y algo antes conoció a los franciscanos que se dirigían a Marruecos para predicar a los musulmanes la fe de Cristo. Desde el principio la Providencia fue guiando los pasos de Antonio, que fue dócil al soplo del Espíritu.
V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...
Novena a San Antonio de PaduaOración inicial ¡Amadísimo Protector mío, San Antonio! Heme aquí, a tus pies, plenamente confiado en tu poderosa intercesión. Mírame con aquel espíritu de dulce y tierna compasión con que mirabas a los pobres. ¡Pobre soy yo, Santo mío! Me veo lleno de miserias. La vida para mi es continua lucha. Pan de felicidad, de alegría, de salud, de paz, de virtud... ¡cuánto me hace falta y cuánto espero de tu amorosa protección! Otórgamelo, te lo pido humildemente, para que tu nombre de Taumaturgo sea nuevamente glorificado. Creo en tu poder, espero en tu bondad, amo tu corazón de padre y bendigo a Nuestro Señor, que te hizo grande en la tierra y en el cielo. Amén.
Responsorio ¡Oh bendito San Antonio de Padua! Como uno de tus devotos me dirijo a ti en este día. A tí elevo mis débiles oraciones. Tu protección imploro y bajo ella espero merecer del Altísimo el ser socorrido en mis necesidades. Bien ves, santo mío, que, llenos de amor, de respeto y de confianza, claman a ti todos cuantos se ven en alguna necesidad o peligro; a ti clama el enfermo en el lecho del dolor, el encarcelado desde su lóbrego calabozo, el cautivo desde su mazmorra, el sencillo pastor desde su rústica cabaña, el peregrino en su largas y penosas expediciones, el navegante entre las espumosas olas del mar. Unos y otros esperan vencer con tu amparo los obstáculos que se oponen a su felcidiad en el camino de la vida; unos y otros esperan ver satisfechos sus deseos; todos en fín, confían por tu mediación verse remediados en sus necesidades. Séalo yo al presente, ¡oh milagroso Santo! Alcance yo por tu mediación el poderoso auxilio del cielo, que puede en nuestras tribulaciones sacarnos ilesos y triunfantes. Amén.

Día 1
Admirable fe de San Antonio. La vida del santo Taumaturgo es un continuo pregón de la fe cristiana. Por ella, muy joven, ansía derramar su sangre a la vista de los mártires franciscanos de Marruecos. Por ella se entrrga completamente a Dios en vida santa y perfectísima de evangelización que fue pasmo del mundo, rica en portentos y maravillas... ¿Qué vida de fe es la mía?
Tres glorias a la Santísima Trinidad, recitar el responsorio y luego la oración final.
Día 2
Esperanza de San Antonio. Amó vivamente el Santo esta virtud. Una vida de sacrificio, en lucha constante contra el infierno, el mundo y las pasiones, sería imposible sin una gran esperanza, hija de una gran confianza en la bondad divina, en la paternal Providencia de Dios y en la ayuda constante de su gracia... Por eso el Santo jamás desmayó en su vida de incesante y penoso esfuerzo. ¡Contaba con Dios! Humillémonos y contemos, no con nuestras fuerzas, sino con las divinas, esperando en Dios.
Tres glorias a la Santísima Trinidad, recitar el responsorio y luego la oración final.
Día 3
Caridad divina de San Antonio. Distinguió a San Antonio el Serafín de Asís, San Francisco, con particular amor. No ignoraba, sin duda, que, como buen hijo suyo, era otro Serafín de caridad. ¿Quién podrá adivinar la ternura de su amor a Jesús? Aquella escena en que el Niño Dios se recrea en los brazos del Santo puede servir para hacernos adivinar sus éxtasis, sus deliquios, sus ternuras seráficas... ¡ Qué ejemplo para mí, frío miserable, pobre pecador.
Tres glorias a la Santísima Trinidad, recitar el responsorio y luego la oración final.
Día 4
Caridad fraternal de San Antonio. He aquí un Santo cuya vida fue un holocausto de entrañable amor a los hombres. Puede decirse que toda ella no fue sino una caricia a los pobres pecadores, a los tristes enfermos, a los atormentados por las negruras de la miseria... Y tanto placer debió de encontrar el Santo en este amor fraterno a sus semejantes, que ni la muerte lo interrumpió... Hoy, como en vida, sigue prodigándonos las mismas caricias.. ¡Qué su ejemplo me mueva a compasión de los desgraciados!
Tres glorias a la Santísima Trinidad, recitar el responsorio y luego la oración final.
Día 5
Pureza de San Antonio. No en vano lleva el Santo en sus manos un lirio... Fue una azucena de la Iglesia. El demonio quiso mancharla con su baba inmunda, pero el Santo la guardó como un tesoro; la defendió con seto austero e impenetrable de cilicios, vigilias, disciplinas, ayunos, oraciones, trabajos... ¿Qué haces tú para guardar la pureza de tu cuerpo y de tu alma?...
Tres glorias a la Santísima Trinidad, recitar el responsorio y luego la oración final.
Día 6
Humildad de San Antonio. También en este Santo, y por manera singular y maravillosa, se cumplió el dicho de Jesucristo: "El que se humille será ensalzado". Se ocultó como una violeta ; buscó el retiro, el silencio y, dotado de altísima sabiduría, la tuvo oculta y sólo la obediencia pudo abrir con su llave de oro aquellos raudales portentosos que hicieron a San Antonio Arca del Testamento…¡De cuántos bienes te priva tu soberbia !…
Tres glorias a la Santísima Trinidad, recitar el responsorio y luego la oración final.
Día 7
Pobreza de San Antonio. Nacido en dorada cuna, ante las sonrisas y halagos del mundo, San Antonio abraza la pobre Orden Franciscana... Se hace hijo de aquel desposado con la dama Pobreza, San Francisco, y, como él, la sigue por abrojos y espinas, privaciones y sufrimientos, contento con sus dolorosas y dulces caricias... Su despego del mundo, le hizo rico en bienes celestiales... Trocó el oro de la tierra por el oro inestimable del amor divino. . Despégate de los bienes terrenos, si verdaderamente quieres salvarte...
Tres glorias a la Santísima Trinidad, recitar el responsorio y luego la oración final.
Día 8
Obediencia de San Antonio. La obediencia es la muerte de la propia voluntad, y cuando el hombre mata a ésta, ha matado a su mayor enemigo. La voluntad divina, manifestada por los legítimos Superiores, obra entonces maravillas en las almas. San Antonio fue obedientísimo. Lo fue tanto, que a un acto suyo de obediencia, predicando cuando le creían un ignorante, debemos el haber descubierto a este nuevo Doctor de las gentes... ¡Obedece, humilla tu amor propio:Dios te ensalzará!…
Tres glorias a la Santísima Trinidad, recitar el responsorio y luego la oración final.
Día 9
San Antonio, protector de los que sufren. Todo sufrimiento, en cualquiera de sus manifestaciones, el dolor del pecado, la pérdida de salud, la escasez de recursos, las injustas persecuciones, la ausencia de paz, las hondas preocupaciones, las grandes tristezas…, cuanto puede atenazar el alma..., fue motivo de compasión para el Santo, fue materia de milagros suyos, fue blanco de su misericordia... ¿Qué se ocultó u oculta a su corazón compasivo? Acudamos, pues, a él con vivísima confianza.
Tres glorias a la Santísima Trinidad, recitar el responsorio y luego la oración final.
Oración final
¡Oh! Astro de España, Perla de pobreza, Antonio, Padre de la ciencia, Ejemplo de pureza, Lumbre de Italia, Doctor de la verdad, Sol de Padua resplandeciente en señales de claridad. Amén.
V. Predicador egregio, ruega por nosotros, Antonio beatísimo.
R. Para que por tu intercesión alcancemos los gozos de la vida.
ORACIÓN. Alegre, Señor, a vuestra Iglesia la devota y humilde oración del glorioso San Antonio, vuestro siervo; para que seamos siempre socorridos en esta vida con los auxilios de la gracia y merezcamos conseguir después los gozos eternos de la gloria; por Nuestro Señor Jesucristo, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.


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